Manos a la obra…(literalmente)

Hace tiempo que quiero contarles (y mostrarles) el resultado de varias noches de trabajo, transformando parte del sótano en una sala de juego para los nenes.

En primer lugar: aclaro que somos novatos totales, ya que más allá de la decoración, que es mi pasión, hasta Octubre del año pasado no habíamos hecho nada similar. Fue la primera vez que nos embarcamos en un proyecto de tal magnitud. Nos acompañaron las ganas, ilusión, la ignorancia y unos cuantos tutoriales sobre construcción, pisos, socalos, empapelados, etc.

Existen dos razones para sumergirse en esta clase de proyectos: ó una necesidad (llamese existencial) ó por un deseo personal de renovación, creación, superación. Pero dejando de lado la parte filosófica de la cuestión, alguna foto vista al azar (o no) en Instagram o Pinterest puede desencadenar los hechos.

En este caso, el disparador fue una charla con Matteo mientras se bañaba. No recuerdo exactamente la conversación, pero evidentemente me iluminé, llamé a Mitja a los gritos y le dije: Transformemos el sótano en un «Spielzimmer».

Por supuesto, el sótano no era un espacio habitable (hasta el momento solo los muebles viejos se habían atrevido a pasar alguna temporada allí debajo, sin consentimiento). El piso y paredes eran de cemento, no tenía buena luz, ni calefacción. Mi idea no llegaba a ser un disparate, pero tampoco algo sencillo de llevar a cabo. Convencer a Mitja no fue díficil. Llevabamos mucho tiempo dandole vueltas al sótano y su uso. Pero también ver los tutoriales sobre como el piso, fue una jugada estratégica. Eso si, parecía más sencillo de lo que realmente es.

El fin de semana siguiente estabamos los cuatro camino a Jumbo, donde compramos el piso, pintura para las paredes, aislantes, socalos, máquina para cortar la madera (perdón, no se su nombre en español), aislantes para el piso, finalizadores, etc. Y yo que hasta ese momento no distingüia entre un clavo y un tornillo…que mundo el de la construcción!

Todos contentos, comenzamos por esperar que los nenes se duerman, cada noche, durantes dos meses y medios. Ellos dormidos, ropa cambiada, bajabamos al sótano a vivir nuestra aventura diaria. Pintamos paredes, manchamos ropa. Pintamos la escalera (que no estaba previsto), rellenamos agujeros con cemento…Y cuando creíamos haber superado la primer etapa, llamese pintura, mi suegro nos hace ver que dejar una pared de cemento, como teníamos planeado, era poco cálida para la sala de juegos…

Viendolo a la distancia, fueron palabras mágicas. Pude así desquitarme con algo que llevaba tiempo queriendo hacer y compré un empapelado divino. Al mismo tiempo, hice un curso de diseño de habitaciones que fue literalmente un fiasco total, a cargo de una señora que no tenía ni idea ni gusto. Experiencias…

Tardamos horas enteras en poner el piso. Entre cortar la madera de manera correctamente, poner y sacar, se nos pasaban las horas de la noche. Durante los fin de semanas la madrugada nos encontraba con ropa de fajina, serruchando, cortando, pero divirtiendonos como dos niños. Lo que en el video nos iba a llevar 3-4 hs nos tomo casi 20. Y luego, empapelamos. No fue díficil porque tengo un marido exacto, suizo, prolijo y milimétrico. Creo que sola, la torre de Pisa iba a parecer recta ante mi empapelado. El último paso, los sócalos, fueron el broche de oro. Y como esperado, el sótano devenido a pieza de juegos, estuvo listo pocos días antes del cumple de Male.

Aún quedan detalles que queremos terminar, sin embargo, decidimos tomarnos unos meses en off para recargar energías y pensar en nuevos proyectos (aunque Mitja tiembla solo de la idea). Pero no podemos estar más orgullosos, y aunque suene un poco arrogante, el trabajo esta impecable. Lo mejor de todo, las horas que pasamos juntos allí, divirtiendonos a montones!