Se termina la cuarentena y ahora ¿qué?

Una pregunta que ronda en mi cabeza hace tiempo, incluso, cuando la cuarentena era una situación nueva para todos, cuando no podíamos ni imaginarnos vivir 50 días relegando actividades que hasta ese momento considerábamos vitales, imprescindibles, es: ¿Qué vamos a hacer cuando todo pase? ¿Qué voy a ser?

¿Qué vas a hacer? vs ¿Qué vas a ser?

Estamos a días de reinsertarnos en nuestra vida pre-cuarentena, para retornar a cierta «normalidad» (esperada por unos cuantos), me da mucha curiosidad saber si volveremos a esa vieja-nueva rutina ¿sin cambios? ¿Cómo continuaremos la vida? ¿cómo si las últimas semanas de confinamiento no hubieran pasado nunca? ¿Ó intentaremos rediseñar los entretejidos de nuestra biografía? ¿Aprenderemos o cambiaremos algo?

Sé que estas preguntas son totalmente personales. A cada uno de nosotros nos ha tocado vivir este tiempo de un modo diferente, en un estado de sus vidas distinto. Pero más allá de todas las diferencias o semejanzas que puedan existir, mi gran duda es: ¿Hemos aprendido algo? ¿Estamos dispuestos a cambiar algo? o simplemente lo olvidaremos con la misma rapidez con la que llegó, nos sorprendió, nos unió y puso nuestras vidas de pies a cabeza?

No tengo las respuestas, es algo que solo el tiempo nos podrá demostrar. En este momento, sentada frente a mi computadora, escuchando una canción preciosa, en una tarde de lluvia, rodeada de mis dos debilidades y mi compañero de vida, estoy convencida que estos días vinieron para enseñarme a revalorizar los detalles de la vida, su simpleza. Redescubrir la felicidad en aquello que está a nuestro alcance, lo que no tenemos mas que estirar el brazo y podemos palparlo. Que dar las cosas por sentado no ayuda. Que las relaciones interpersonales son esenciales. Que es necesario revisar la lista de prioridades con las que manejamos nuestra vida. Que lo que nos parecía tan importante puede variar en su escala de importancia, dependiendo de cómo se lo mire. Que si es posible hacer un STOP en nuestra rutina, que la vida sigue y no pasa nada si no vamos a la velocidad indicada (¿por nosotros mismos?).

En lo personal, esta cuarenta fue un viaje emocional. Torbellino emocional a flor de piel. Vino a enseñarme mucho y estoy convencida que mi reinserción a mi vida pre-cuarentena será pausada, con muchas modificaciones, con menos manual de madre y más de lo que me hace sentir bien, de mi voz interior.

Mi deseo como sociedad es que cambiemos hábitos erroneos, que logremos cierta humildad, que seamos más empaticos con la naturaleza, con quien nos rodea, y con quien no nos rodea. La naturaleza nos ha vuelto a demostrar que no somos omnipotentes. Son llamados de atención, imposibles de ser obviados.

Anuncio publicitario

Reporte de cuarentena

Hace unos días leí uno artículo sobre los tres tipos de personas en esta cuarentena global. No sé si corresponde generalizar y dividir a la humanidad a tres tipos, pero en cualquier caso, yo pertenecía al grupo dos (probablemente como la gran mayoría). Resumido, soy de las personas que encontraron en la cuarentena el tiempo para hacer las cosas que tenían pendiente cuando no contaban con el tiempo para ello. Suena a trabalenguas, lo sé, pero cuan real es.

Listas tildadas

Un común denominador de este grupo son las famosas listas de cosas para hacer. Por supuesto que tengo, no solo una, sino varias. Hice listas con mi marido de las cosas para hacer en conjunto, lista para mis hijos, listas de compras eficientes, lista de cosas que tenía ganas de hacer, listas de pendientes obligatorios, listas de limpieza, de orden, etc (el listado es interminable).

Con chicos, marido, home schooling y home office, completar listas es una tarea paradójica, pero la clave está en la eficiencia, el manejo de prioridades y la organización. No voy a alardear de que lo logré, ni que estoy super canchera. Me faltan «cuarentenas» a mi haber para ello, pero es cierto que en esta cuarentena aprendí:

  • Mantener y manejar una rutina es la salvación a muchos problemas «existenciales» cuando hay niños en casa (y en la misma incluyo tiempos para mí, como hacer una rutina de ejercicio diario, cosa que no suelo hacer en nuestra vida-rutina no cuarentena).
  • A liberar mis sentimientos, a no retenerlos más. A no tener miedo de mi interior, de escucharme. Bajé mis sesiones con mi psicologa para darme cuenta que manejo un nivel de instrospeccion altísimo.
  • Delegar actividades (por ej: clases y tareas de piano de Matteo le tocan al padre, manualidades también. Matteo tiene que elegir cada mañana en que tarea de la casa me ayudará – opciones: hacer su cama, poner y/o sacar la mesa, buscar el correo, limpiar los muebles, pasar la aspiradora)
  • A contar hasta 100 antes de enojarme, gritar, desesperarme
  • A que la casa no siempre brillará, que los momentos que brilla son ínfimos y que de todos modos, disfrutamos (y a nadie le molesta)
  • La importancia de aceptar y respetar los momentos de cada uno de nosotros (no todos estamos alegres o bajón al mismo tiempo)

Estoy haciendo cursos online de todo: Community management, ilustración botánica con acuarelas, fotografía con smartphones, auto maquillaje. Me bajé aplicaciones que me ayudan en el día a día (Zoom, Fitness, edición de fotos, Spotify – Matteo escucha cuentos, yo me relajo, etc). No sé porque tardé tanto en bajarlos, algunos llevo meses queriéndolo hacer.

Home schooling

Acepto los momentos de impotencia, no retengo las lagrimas, les doy vía libre. Tengo la vulnerabilidad a flor de piel. Me siento una madre super poderosa, y al mismo tiempo, la peor del mundo. Hago yoga con la misma intensidad que hago 40 min de cardio del alto impacto. Sueño como no suelo sueñar. Sueños raros, fuertes. Les digo tantas veces No a mis hijos, como cuanto los amo. Tengo una inconsistencia verbal total.

Pero aprendí que la cuarentena me tocó donde debía tocarme, como a cada uno de nosotros. Y que hay que estar agradecido de estar sano, de tener un techo, una familia y que el mayor reto que tenemos, es el de quedarnos en casa. En definitiva, volver a la esencia, a las raíces. A aprender a leer entre líneas el mensaje. Un mensaje claro a nivel global, algo estabamos haciendo mal. A nivel individual, cada uno sabe lo que le toca.