Llega el fin de un año escolar
Y nos atiborramos de fiestas de toda clase. Fiesta en la escuela, en fútbol, en danza, presentaciones de todas clases. Asados (barbacoas) con los vecinos, con los padres del jardín, etc. Se necesita prácticamente una agenda aparte para tantos eventos. Y un grado de flexibilidad, logística y predisposición también.
Aunque el verdadero
significado es mucho más profundo, más intenso. En nuestro caso, nuestro pequeño gran Matteo termina su primer ciclo escolar. Una etapa importante en su vida. Finaliza sus dos años obligatorios de Pre-Escolar (que aún no logro determinar si es demasiado tiempo, porque, en algunos casos, como el de nuestro hijo, comienza la primera clase con casi siete años). Dos años pasaron de aquella primera mañana en que, de la mano, dió sus primeros pasos a su pequeña gran independencia. Una mañana donde no solo nosotros y su abuela lo acompañaban, sino que también le sujetaban la mano dudas, incertidumbres, miedos, angustia mezcladas con ansiedad, felicidad, exitación. Vamos, que una revolución sentimental en grado mayor para un cuerpito tan pequeño.

En retrospectiva
verlo tan pequeño, tan tímido, tan indefenso, hacen que quiera volver el tiempo atrás, abrazarlo fuerte y susurrarle al oído: Matteo, todo irá bien, aquí conocerás a tus futuros amigos, con quienes compartirás tantas mañanas de juegos, experimentos, paseos. Creo que se lo dije, pero seguramente fueron palabras abstractas. Palabras que, en ese momento, ni siquiera yo sabía si realmente se cumplirían.
Los primeros meses
no fueron fáciles. Le costo abrirse a «nenes» desconocidos, nació su pequeña hermana. Tuvo la suerte de contar con un apoyo incondicional de sus maestras y su equipo. Medio año más tarde, ya iba y volvía solo del jardín, invitaba niños a jugar a casa, lo invitaban a los cumpleaños (y se quedaba solo en ellos). El gran salto lo dió en el segundo año de jardín. Creó su propia indepencia, su grupo de amigos, comenzó sus clases de fútbol. La velocidad con la que maduran y se adaptan a nueva situaciones los niños es impresionante. Lo mucho que logran en tan poco tiempo es remarcable.
No me gustan los finales
ni tristes, ni felices (los hay?). Despiertan mis sentimientos más nostálgicos, de los que me debo empapar para poder aceptar el cambio y dar el próximo paso. Matteo es muy parecido en esto. Por dentro está viviendo una revolución sentimental muy fuerte. Me doy cuenta en sus cambios de humor, sus preguntas, sus ansias y sus miedos. «Calma, hijo, que los cambios traen crecimiento, madurez y experienias nuevas». Mañana es tu último día en ese jardín tan bonito que te acojió durante todos estos meses. Es tiempo de decir Adiós, de alegrarse por todo lo que te espera pero también es tiempo de agradecer por tanto. Tanto amor recibido, tanto conocimiento impartido, tantas experiencias vividas.

Tantos recuerdos
que guardaremos en un baúl con candado, para atesorarlos de por vida. Recuerdos tangibles (que nos trae a diario desde hace una semana), recuerdos hechos a mano, y también recuerdos intangibles, que quedan en nuestra mente, en algunas fotos y videos de momentos mágicos. Canciones aprendidas, amigos nuevos, maestras innolvidables, excursiones, recetas y muchos juegos.

Pero por sobre todo, hijo, admiro tu desarrollo, tu madurez, tu manera de hacer las cosas a tu modo y solo. Cuánto camino recorrido en estos dos años, hijo mío. No se puede estar más orgullosa.