Hace unos días leí uno artículo sobre los tres tipos de personas en esta cuarentena global. No sé si corresponde generalizar y dividir a la humanidad a tres tipos, pero en cualquier caso, yo pertenecía al grupo dos (probablemente como la gran mayoría). Resumido, soy de las personas que encontraron en la cuarentena el tiempo para hacer las cosas que tenían pendiente cuando no contaban con el tiempo para ello. Suena a trabalenguas, lo sé, pero cuan real es.
Listas tildadas
Un común denominador de este grupo son las famosas listas de cosas para hacer. Por supuesto que tengo, no solo una, sino varias. Hice listas con mi marido de las cosas para hacer en conjunto, lista para mis hijos, listas de compras eficientes, lista de cosas que tenía ganas de hacer, listas de pendientes obligatorios, listas de limpieza, de orden, etc (el listado es interminable).
Con chicos, marido, home schooling y home office, completar listas es una tarea paradójica, pero la clave está en la eficiencia, el manejo de prioridades y la organización. No voy a alardear de que lo logré, ni que estoy super canchera. Me faltan «cuarentenas» a mi haber para ello, pero es cierto que en esta cuarentena aprendí:
- Mantener y manejar una rutina es la salvación a muchos problemas «existenciales» cuando hay niños en casa (y en la misma incluyo tiempos para mí, como hacer una rutina de ejercicio diario, cosa que no suelo hacer en nuestra vida-rutina no cuarentena).
- A liberar mis sentimientos, a no retenerlos más. A no tener miedo de mi interior, de escucharme. Bajé mis sesiones con mi psicologa para darme cuenta que manejo un nivel de instrospeccion altísimo.
- Delegar actividades (por ej: clases y tareas de piano de Matteo le tocan al padre, manualidades también. Matteo tiene que elegir cada mañana en que tarea de la casa me ayudará – opciones: hacer su cama, poner y/o sacar la mesa, buscar el correo, limpiar los muebles, pasar la aspiradora)
- A contar hasta 100 antes de enojarme, gritar, desesperarme
- A que la casa no siempre brillará, que los momentos que brilla son ínfimos y que de todos modos, disfrutamos (y a nadie le molesta)
- La importancia de aceptar y respetar los momentos de cada uno de nosotros (no todos estamos alegres o bajón al mismo tiempo)
Estoy haciendo cursos online de todo: Community management, ilustración botánica con acuarelas, fotografía con smartphones, auto maquillaje. Me bajé aplicaciones que me ayudan en el día a día (Zoom, Fitness, edición de fotos, Spotify – Matteo escucha cuentos, yo me relajo, etc). No sé porque tardé tanto en bajarlos, algunos llevo meses queriéndolo hacer.

Acepto los momentos de impotencia, no retengo las lagrimas, les doy vía libre. Tengo la vulnerabilidad a flor de piel. Me siento una madre super poderosa, y al mismo tiempo, la peor del mundo. Hago yoga con la misma intensidad que hago 40 min de cardio del alto impacto. Sueño como no suelo sueñar. Sueños raros, fuertes. Les digo tantas veces No a mis hijos, como cuanto los amo. Tengo una inconsistencia verbal total.
Pero aprendí que la cuarentena me tocó donde debía tocarme, como a cada uno de nosotros. Y que hay que estar agradecido de estar sano, de tener un techo, una familia y que el mayor reto que tenemos, es el de quedarnos en casa. En definitiva, volver a la esencia, a las raíces. A aprender a leer entre líneas el mensaje. Un mensaje claro a nivel global, algo estabamos haciendo mal. A nivel individual, cada uno sabe lo que le toca.
