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Embarazo en Suiza

Estar embarazada es, sin lugar a dudas, uno de los momentos más especiales de nuestras vidas. Todo es nuevo, desconocido, surgen mil interrogantes. Y, en caso de ser madre expatriada, se le suma, muchas veces, la falta de conocimiento (o las diferencias ) entre el sistema de salud en el país de residencia versus el de origen.

Embarazada de Matteo en 2012

Aunque cada embarazo es totalmente diferente al otro, al igual que nosotras lo somos, hay patrones e info que se repiten y por eso quise hacerles esta contribución con las cosas que necesitas saber si estás transitando un embarazo en Suiza:

Como para romper el hielo y hacer este posteo un poquito más cálido y personal, ya que el tema lo amerita, les cuento que mis dos embarazos fueron tan distintos entre si, como mis hijos lo son. El embarazo de Matteo tuvo varias complicaciones. El día de navidad de 2011 desayunabamos con la noticia que nos convertiríamos en padres en nueve meses y ni doce horas después, esa misma noche, visitabamos la guardia del Hospital Universitario de Zürich, haciendonos nuestra primera eco (escuchando un corazoncito de cinco semanas latir) y al mismo tiempo rezando con todas nuestras fuerzas para que se quede con nosotros. Pasamos los siguientes días en el hospital y nos dieron el alta el mismo 31 de diciembre por la mañana.

El resto de las siete semanas siguientes me las pasé en reposo en casa. Hasta alcanzar la famosa semana 12. Durante dicho período tuve algunas sorpresas:

Primer sorpresa: Un embarazo se considera como tal a partir de la semana 13 (para el seguro médico suizo ), por lo tanto, complicaciones que surgen previas a dichas semanas son consideradas y tratadas como enfermedad. A partir de la 13ª semana y hasta después de ocho semanas tras el parto cubre al 100% las prestaciones médicas generales.

Segunda sorpresa: Si sospechas que estás embarazada, la prueba que se hace es el test de la farmacia y luego esperar que el embarazo esté mas avanzado para que te vea el doctor (siempre que no haya complicaciones). Por lo general el primer control médico se realiza aproximadamente a los dos/ tres meses de embarazo. Y también la primer ecografía.

Tercera sorpresa: El embarazo lo lleva tu ginecologo, no un obstetra. Y, depende en donde vayas a dar a luz, es probable que tu ginecologo de cabecera no sea quien esté presente durante el parto. En muchos casos, a partir de la semana 30. (aprox.) se recomienda comenzar a hacer los controles directamente en el hospital donde se dará a luz y así familiarizarse con el personal.

Cuarta sorpresa: La mayoría de los hospitales ofrecen un «café cigüeña», en el que los futuros padres pueden ir a conocer las instalaciones del hospital, el funcionamiento, curso de pre-parto y despejar cualquier duda que tengan.

Semana 33 de embarazo de Male, 2017

Funcionamiento del sistema de salud en el embarazo:

Como les comenté hace poco tiempo, el seguro médico en Suiza es privado y existen tres variantes:

Básico (obligatorio), el semi-privado (depende la caja; los beneficios, pero bastante recomendable) y privado. No les puedo decir exactamente que cubre cada opción porque depende del seguro, pero a grandes rasgos, la diferencia radica en la posibilidad de elegir el hospital y médico, habitación privada, cobertura en medicamentos y controles o estudios, medicina alternativa (como acupuntura, masajes, fisioterapia), etc.

Pero retomando el tema Embarazo:

¿QUÉ GASTOS CUBRE EL SEGURO MEDICO DURANTE EL EMBARAZO?
• Siete controles y dos exámenes ultrasónicos durante un
embarazo normal
• 150 francos para cursos de preparación al parto
• Coste del parto y Wochenbett (estadía) en el hospital, en la casa de
parto o en el hogar
• Tres consultas de lactancia y un control de seguimiento
• Hasta diez visitas por parte de una comadrona después del parto
• Coste de un aborto
En todas estas prestaciones (con excepción del aborto) está exenta de la
participación en los costes, es decir, no debe pagar ninguna franquicia ni cuota
de deducción ni gasto hospitalario .

En mi caso, con Matteo, me pase de la semana 28 a la 36 en reposo nuevamente (incluídas unas cuentas semanas en el hospital) y me llame muy dichosa de estar bien asegurada y tener una habitación exclusiva porque fue un momento muy personal, muy emocional y muy delicado. Con Male tuve que hacer poco reposo (dos semanas) y en casa.

COMADRONAS

En Suiza durante las últimas semanas del embarazo se recomienda buscarse una «comadrona» que pueda ir a hacerte las visitas acordadas a domicilio. Esto es algo que debe reservarse con bastante antelación porque, como muchas cosas en este país, hay lista de espera. Como nombrado anteriormente, son hasta 10 visitas post parto, donde pesan y miden al bebe, le hacen un seguimiento minuisioso, controlan cicatrices en las madres, ayudan con la lactancia y cualquier otra duda que se tenga.

En algunos casos se puede conocer a las «Hebammen» del hospital donde se da a luz unas semanas antes, pero no es asi en todos lados. Las «comadronas» juegan un papel super importante durante todo el parto (incl. pre y post). Me animo a decir que en partos sin complicaciones son las que están presentes a lo largo del mismo, siendo el doctor quien acude meramente para el alumbramiento. No generalizo, pero ocurre a menudo.

La verdad es que nosotros tuvimos unas comadronas regulares. Me hubiese gustado tener una de esas que terminan siendo un hada madrina. Pero sinceramente, no fue así. Tampoco fueron malas, ya que el parto en Suiza es bastante respetuoso y supieron darme aliento cuando sentía que no podía, me atendieron con mucha amabilidad y educación, pero falto cierta calidez.

Continuará ….

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¿Qué querés ser cuando seas grande?

Gramaticalmente incorrecta, es una pregunta presente en la infancia de muchas personas. A la mayoría de nosotros nos tocó responderla – y muchos de nosotros, esos niños ahora adultos- somos quienes la formulamos.

La mayoría de los niños tienen una respuesta a esa pregunta, es como si estuvieran preparados para responderla o simplemente es la posibilidad que tienen los niños de imaginárselo todo, de no sentir las limitaciones ni los prejuicios adultos. Es por ello, que las respuestas pueden ser bastante ocurrentes, muy inocentes y/o con mucha convicción.

Supongo que entre el libro que estoy leyendo, mis ganas de seguir aprendiendo, las dudas sobre mi carrera, las charlas con amigas, mi hijo de ocho, que se preocupa porque no tiene una respuesta clara al respecto, hicieron que esa pregunta que hacía tantos años no escuchaba, volviera a resonar en mis oídos.

Por lo que, la suma de estos factores y el día de la infancia en Argentina, despertaron mi curiosidad desaber si «alguien» llegó a ser lo que quería ser cuando era «chico». Así que, herramientas en mano, fui a por mi experimento. Formulé la pregunta en mi perfil de Instagram (https://www.instagram.com/anisfur/) y quedé a la espera de respuestas. Por un lado, saber si las personas se iban a tomar el tiempo de responder, por otro lado, si estaban dispuestas a volver el tiempo atrás y recordar momentos de su infancia, y por otro, saber cuantas personas terminaron siendo profesionalmente aquello que anehlaban de pequeños.

En primer lugar, debo reconocer que me sorprendió cuantas personas supieron desde tan pequeños su vocación (porque en la mayoría de estos casos, son vocaciones). Cuantos niños convencidos de sus pasiones. ¡Un gran complimento para ellos!

También me sorprendió la diversidad de profesiones que dan vuelta por la cabecita de los niños. Es fascinante. Desde maestra rurales, a pedíatras, madres, actores, presidentes, buzos, escritores, superheroes, etc.

Las respuestas llevaron a más preguntas.

Para los que cambiamos en el camino, quizás una o mil veces:

¿Queda algo de interés en ese deseo de “cuando sea grande”? ¿Hay algo en “mí” adulto que sigue sintiendo interés por la profesión de los sueños de mi infancia? ¿Sería compatible con la vida que llevo? ¿Me puedo imaginar llevándola a cabo?

Lo siento, soy curiosa – buen requerimiento para mi profesión no ejercida. Yo quería ser policía. Creo que podría haber sido una buena. Supongo que nací en el país equivocado para hacerla. En mi país por adopción, podría haberlo ejercido mejor.

Llevo un detective dentro, soy muy buena resolviendo enigmas, yendo más alla, descubriendo cosas. Suelo resolver las intrigas de los libros y películas antes que sus propios detectives 😛 y tengo mil novelas policiales en mi cabeza que me gustaría escribir. También descubro cosas que normalmente a nadie le interesa o nadie había reparado en lo mismo, que pueden parecer banalidades. ¡Vamos, que una Mss Marple sin título ni profesión!.

Mi hijo lleva un tiempo diciendo que está preocupado porque no sabe que quiere ser cuando sea mayor (dejando de lado la parte de ser millonario). Le digo que tiene la vida por delante (aunque se lo vacías que son esas palabras al oído de un niño, me acuerdo cuando resoplaban en los míos). También le digo que a medida que vaya creciendo, aprendiendo, estudiando, etc, va a ir perfilando sus intereses, sus cualidades. Descubrirá también sus pasiones (al igual que aquello que no le guste).

Que maravilloso es poder ser niño y soñar con aquello que deseamos ser. Aunque lo cambiemos, aunque nos quedemos en el camino, aunque tomemos las decisiones equivocadas (como saberlo, no?), tenemos una vida por delante, para hacer y deshacer, para volver a empezar.

Yo creo que nunca es tarde, ¿no?

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Jardines Huertos Suizos

Curiosidades Suizas, Parte I

Despiertan el interés de cuanto extranjero que visite el país. La primera vez que vi un “Schrebergarten” fue entrando a Zürich, desde la autopista. Y con toda mi inocencia le pregunté a Mitja si esos eran los barrios carenciados de Suiza. No les puedo describir la carcajada que soltó ante mi inocencia y mi bagaje cultural a cuestas. Aún resuena en mis oídos. Y de la misma manera, con la misma inocencia, una a una de mis visitas me preguntó lo mismo.

PH: Carolina Agrifoglio

Entonces si no son barrios carenciados, ¿qué son esas casitas de madera muy pequeñitas, algunas muy cuidadas y bien montadas, con mucho verde alrededor, que se asoman a la vera de las autopistas o en las afueras de la ciudad (y que cuentan con mástiles con las banderas del origen de sus dueños, y las hay de todo el mundo)?

Son, ni más ni menos, parcelas de tierra empleadas como huerto, que se alquilan a personas que no tienen acceso un espacio verde propio y así lo desean. Se hace un pago anual por el alquiler de la parcela y uno único por la casita de herramientas.

Casita de herramientas y descanso

Sus orígenes remontan a la época de la Revolución Industrial. Nacieron para combatir el hambre de los obreros de las ciudades. En Suiza se adoptaron como estrategia de guerra. En Alemania fueron impulsados a partir de 1864 por el Doctor Schereber (de ahí el origen de su nombre) “en lugar de darle limosna a los pobres para que coman, mejor es ofrecerle los medios para que ellos mismos produzcan lo que necesitan”, la principal justificación del filántropo alemán.

En 1925, las asociaciones cantonales de Basilea, Ginebra, Berna, Lausana y Zúrich fundan la Federación Suiza de huertos familiares, con la finalidad de defender los minúsculos espacios cultivables.

Se estima que existen en la actualidad 640 hectáreas puestas a disposición por las comunas con 26.800 beneficiados con los terrenos. Fuente: http://www.swissinfo.ch

Los “Schrebergarten” ofrecen la posibilidad de contar con un propio “jardín-huerta” en cercanías de una comunidad. Son muchos jardincitos, uno al lado del otro, dentro de un gran terreno. Cada uno tiene la libertad de cultivar lo que desea, aunque deben cumplir con el reglamento y condiciones impuestas. Por ejemplo: cada jardín debe contar con uno o dos bidones (toneles) conectados a la canaleta de casa casita, para juntar el agua de lluvia y usarla para riego. Cada cierta cantidad de metros, hay una fuente de agua potable. En la ciudad de Zürich existen 5500, y para alquilar uno, hay (como suele ser común en Suiza para muchas cosas) una lista de espera. Muchas personas lo tienen toda su vida y solo renuncian a ellos cuando la edad deja de ser compatible con el esfuerzo y trabajo que requieren.

Durante todos estos años viviendo en Suiza, nunca me había interesado mucho al respecto, mucho menos, visitado alguno. No fue hasta el domingo pasado que pisé uno por primera vez. Y despertó en mí una curiosidad enorme. Es una idea fantástica, y estar dentro de uno de ellos dista muchísimo de la idea que uno puede concebir viéndolos desde arriba de un coche.

Tienen su parte mágica, su encanto. Cada jardincito es un pequeño oasis y más allá de las banderas izadas de cada país, su decoración o cultivos son tan personales e internacionales que los hacen inigualables. Y a pesar de estar uno pegado al otro, cuando estás dentro del mismo, se respira una privacidad absoluta. Como el común denominador de quien lo adquiere es el amor por la tierra, por la jardinería y cultivos, se pueden ver verdaderas maravillas en pocos metros cuadrados. Un ejemplo, el “vecino” del jardín de mi amiga cosechó 60 kilos de papas.

Zapallitos verdes argentinos, lo más extrañable de la huerta argentina.

Podríamos llamar a esta entrada “curiosidades que suceden en Suiza”, ya que son cosas que suceden aquí y pueden resultar inimaginables para quien vive, por ejemplo, en la Patagonia, con extensos kilómetros cuadrados deshabitados.

A lo lejos, la ciudad de Zúrich

Es por ello que Suiza no deja de sorprenderme la capacidad que tienen de explotar cada metro cuadrado y sacarles su mejor provecho. También es admirable la cantidad de personas que, a pesar de vivir en la ciudad, anhelan tener un trocito de tierra para cultivar sus hortalizas, frutas y de contar con pequeño espacio de descanso.

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Ciudad vs. Pueblo

Tengo 36 años y en mi haber, 9 lugares de residencia diferentes (lease como cambio de ciudad y no de domicilio, de esos tengo muchos más). Es decir, en promedio, cada 4 años, un dejarlo todo y volver a empezar en otro lugar. Claro que no es así, mis estadías en cada sitio fueron totalmente irregulares (desde los 6 meses hasta los 14 años, que fue el máximo que viví en un sitio ininterrumpidamente). De hecho, nunca lo había pensado de esta manera. Quizás esa es la razón por la cual que nunca me termino de identificar con un lugar. Suelo decir que soy de acá y de allá- principalmente desde que vivo aquí y es recurrente la pregunta, ¿de qué lugar de Argentina sos? Suelo responder la obviedad, de Río Negro. Pero no es del todo cierto. ¿Es donde más años viví? No. Llevo en Suiza los mismos años que viví allí. ¿Es donde nací? Tampoco. ¿Donde me críe? Si. Y ante la pregunta ¿De dónde me siento? Un poco acá, un poco de allá. Quizás esta ambigüedad de sentimientos es una ayuda importante a la hora de adaptarse a otro lugar.

Zurich y su belleza
Ph: Cecilia Furlan

Retomando el tema principal

Fuera de mis últimas dos residencias, siempre he vivido en ciudades, de todos los tamaños, desde 80.000 a muchos millones de habitantes. Me encantan las ciudades, su movimiento, la posibilidad de tenerlo todo a mano, el anonimato, recorrerla sin saber dónde desembocarás, la idea de perderme en ellas. Sus mecanismos, sus recovecos, su historia, las historias de sus habitantes. Me enloquecen las ciudades cosmopolitas, donde puedes descubrir un trocito del mundo en cada esquina. Donde todo se mezcla, idiomas, aromas, culturas, pensamientos. Hay ciudades que se llevan mis suspiros, como Chicago o Madrid, hay ciudades donde quisiera volver una y otra vez, tan solo para sentir su pulso, como Buenos Aires, Londres o New York, ciudades que no terminan de sorprenderme con sus diferentes matices, como Zürich, Berlín. Hay ciudades donde algunas partecitas mías siguen habitándolas, en sueños o en recuerdos, como Kansas city, Palma de Mallorca o Córdoba. También ciudades añoradas, como General Roca o San Martín de los Andes. Y el listado puede ser interminable.

Mallorca, su mar y mis suspiros…

Pero el pueblo, ay los pueblos (sobre todo los de la región pampeana de Argentina) se llevan todos mis suspiros. Tendrá que ver su horizonte infinito, sus puestas de sol, sus campos de trigo, sus molinos de antaño, mis recuerdos en un pequeño pueblito del norte de la provincia de La Pampa, llamado Alta Italia, donde pasé, definitivamente, mis mejores vacaciones en la infancia. Quizás las horas muertas de la siesta, el calor en el verano, las calles vacías, el olor a tierra mojada, la amabilidad de las personas. Durante mi paso por la universidad, tuve la suerte y la oportunidad de pasar muchos de mis feriados largos en Vicuña Mackenna, al sur de la provincia de Córdoba. Y todo lo nombrado anteriormente, se repite.

Vista lago de Zürich y los Alpes de fondo
Ph: Gastón Bättig

Cuando llegué a Suiza, bajo una corta estadía de unos meses en la ciudad capital de Suiza, Berna (dato que no todo el mundo conoce, pues Berna no es la ciudad más grande ni la más importante de Suiza y por ello, la confusión), decidimos vivir en Zürich, ciudad cosmopolita, de mayor tamaño (para los parámetros suizos, ya que no llega al medio millón de habitantes). Vivimos cinco felices años, con una ubicación privilegiada, a metros del lago, de la estación de Enge y a pasos de la parada de tranvía, de varios parques, a minutos caminando de la estación principal de tren. Un hermoso departamento, con dos balcones, super luminoso. Lugar de acogida por primera vez de muchos seres queridos. Vivir en Zürich fue fascinante, aprendí a vivir en una ciudad diferente, con bajos niveles de estrés y casi sin ruidos (sin contar los tranvías, pero sin bocinas, ni gritos, ni perros ladrando, ni niños llorando, y quien la conozca, sabrá a que me refiero). Ciudad, pero con cierta tranquilidad.

De todos modos, a pesar de la tranquilidad, decidimos en ese momento que cuando nazcan nuestros hijos, íbamos a mudarnos a las afueras, al «campo», como lo llaman muchas de mis amigas argentinas a todo lo que queda fuera de Zürich. Estamos hablando de pueblos que no están a 30 minutos de distancia. Para mí (nosotros, aunque fui la que incentivó el exilio a las afueras) era de mucha importancia que nuestros hijos se críen en un pueblo, con la posibilidad de jugar en la vereda, de conocer y crear amistad con los vecinos (algo difícil en Zürich), de conocer a los padres de sus amigos, y al mismo tiempo estar muy pero muy cerquita del bosque, río, arroyos, campos sembrados. Qué no precisen del trasporte público para movilizarse, ni tener que desplazarse dentro de la ciudad para sus actividades, ellas entre otras tantas razones.

Casas entramadas en Eglisau

Por lo cual, en marzo de 2012, en el quinto mes de embarazo de Matteo, cerramos nuestro querido departamento en Zürich y nos mudamos a Eglisau. Les hago una breve intro sobre el pueblito elegido. Mi marido, suizo (pero bastante malo a nivel geografía) no había escuchado hablar de él en sus 32 años de vida y la verdad, un pecado. Eglisau es un pequeño pueblo de 5’000 habitantes a orillas del Rhein (Rin), a veinticinco minutos de tren de la estación de Zürich, rodeado de colinas con viñedos y casas preciosas. En verano se respira vacaciones, helado, regata, asado, vino blanco. Vivíamos en una avenida de castaños de más de cien años, a metros del río. Allí vivió Matteo sus primeros 3 años y medio de vida. Mi pueblo en Suiza. No dudaría en volver allí ni un segundo.

En nuestro pueblo hay campos de frutillas donde podemos recolectarlas y pagar por peso

Pero la vida tenía otro destino en mente: Rafz, a solo cinco minutos en coche de Eglisau, dos paradas de tren. Rafz simboliza mi familia, nuestros logros, el presente. Es otro pueblito pintoresco rodeado de viñedos y campos, con bosques por doquier. Pueblo antiguo de 1150 años, casas con entramados, fuentes, cosechadoras en verano, a minutos de Alemania (si, es un pueblo fronterizo). No tiene el charm de Eglisau, ni su río (aunque muy cerquita), ni sus tiendas monas en la calle principal, pero para mí, el oasis para las familias (como otros tantos de miles de pueblos en este país). Es acá donde vivimos y donde elegimos vivir diariamente. Al menos, hasta que los chicos sean mayores.

Postales de mi pueblo
Ph: Cecilia Furlan
Bosque y mucho más bosque!

Cuando me preguntan que es lo que más valoro de vivir en un pueblo, mi lista es interminable (y me doy cuenta que por ello lo elijo a diario): caminar por los campos en verano, ir en bici a todas partes, ir al bosque a pie, porque mi hijo me trae todos los días un ejemplar nuevo de algún insecto que se encuentra en el camino a casa desde la escuela, porque sé donde viven sus amigos y porque siempre hay alguien a quien llamar que puede estar en dos minutos en tu casa en caso de necesidad. Porque la vida va más lenta, pero se disfruta más. Y cuando me hace falta la ciudad, me subo al coche y en media hora estoy allí, o en diez minutos en otra, o veinte en la otra.

El famoso puente de Eglisau de fondo

A la pregunta si volvería a la ciudad; sí, definitivamente; pero no de momento. Cuando los chicos estén criados y sean mayores, es muy probable. Supongo que en la vida hay momentos para todo.

Ustedes ¿de que equipo son? ¿Ciudad o Pueblo?

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Reporte de cuarentena

Hace unos días leí uno artículo sobre los tres tipos de personas en esta cuarentena global. No sé si corresponde generalizar y dividir a la humanidad a tres tipos, pero en cualquier caso, yo pertenecía al grupo dos (probablemente como la gran mayoría). Resumido, soy de las personas que encontraron en la cuarentena el tiempo para hacer las cosas que tenían pendiente cuando no contaban con el tiempo para ello. Suena a trabalenguas, lo sé, pero cuan real es.

Listas tildadas

Un común denominador de este grupo son las famosas listas de cosas para hacer. Por supuesto que tengo, no solo una, sino varias. Hice listas con mi marido de las cosas para hacer en conjunto, lista para mis hijos, listas de compras eficientes, lista de cosas que tenía ganas de hacer, listas de pendientes obligatorios, listas de limpieza, de orden, etc (el listado es interminable).

Con chicos, marido, home schooling y home office, completar listas es una tarea paradójica, pero la clave está en la eficiencia, el manejo de prioridades y la organización. No voy a alardear de que lo logré, ni que estoy super canchera. Me faltan «cuarentenas» a mi haber para ello, pero es cierto que en esta cuarentena aprendí:

  • Mantener y manejar una rutina es la salvación a muchos problemas «existenciales» cuando hay niños en casa (y en la misma incluyo tiempos para mí, como hacer una rutina de ejercicio diario, cosa que no suelo hacer en nuestra vida-rutina no cuarentena).
  • A liberar mis sentimientos, a no retenerlos más. A no tener miedo de mi interior, de escucharme. Bajé mis sesiones con mi psicologa para darme cuenta que manejo un nivel de instrospeccion altísimo.
  • Delegar actividades (por ej: clases y tareas de piano de Matteo le tocan al padre, manualidades también. Matteo tiene que elegir cada mañana en que tarea de la casa me ayudará – opciones: hacer su cama, poner y/o sacar la mesa, buscar el correo, limpiar los muebles, pasar la aspiradora)
  • A contar hasta 100 antes de enojarme, gritar, desesperarme
  • A que la casa no siempre brillará, que los momentos que brilla son ínfimos y que de todos modos, disfrutamos (y a nadie le molesta)
  • La importancia de aceptar y respetar los momentos de cada uno de nosotros (no todos estamos alegres o bajón al mismo tiempo)

Estoy haciendo cursos online de todo: Community management, ilustración botánica con acuarelas, fotografía con smartphones, auto maquillaje. Me bajé aplicaciones que me ayudan en el día a día (Zoom, Fitness, edición de fotos, Spotify – Matteo escucha cuentos, yo me relajo, etc). No sé porque tardé tanto en bajarlos, algunos llevo meses queriéndolo hacer.

Home schooling

Acepto los momentos de impotencia, no retengo las lagrimas, les doy vía libre. Tengo la vulnerabilidad a flor de piel. Me siento una madre super poderosa, y al mismo tiempo, la peor del mundo. Hago yoga con la misma intensidad que hago 40 min de cardio del alto impacto. Sueño como no suelo sueñar. Sueños raros, fuertes. Les digo tantas veces No a mis hijos, como cuanto los amo. Tengo una inconsistencia verbal total.

Pero aprendí que la cuarentena me tocó donde debía tocarme, como a cada uno de nosotros. Y que hay que estar agradecido de estar sano, de tener un techo, una familia y que el mayor reto que tenemos, es el de quedarnos en casa. En definitiva, volver a la esencia, a las raíces. A aprender a leer entre líneas el mensaje. Un mensaje claro a nivel global, algo estabamos haciendo mal. A nivel individual, cada uno sabe lo que le toca.

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Mujeres emprendedoras

un pequeño reconocimiento a todas aquellas mujeres que se animan a emprender y seguir sus sueños.

Esta foto resume (y encuentra) a dos grandes emprendedoras: mi hermana Cecilia, de la marca de zapatos Cecilia Furlan, junto a los accesorios de la marca Muak de mi amiga Carolina.

Una vez, alguien me dijo, «vosotros, los argentinos, sois de montar vuestros propios negocios». Lo cierto es que hasta ese momento, no había reparado en ello. No hacía falta pensar mucho, allí estaban, ellos, los emprendedores: en mi familia, dentro de mi grupo de amigos. Para mi grata sorpresa, un gran número de ellos, eran ellas. Ellas, las grandes emprendedoras. Mujeres fuertes, madres, conciliadoras. Mujeres que fueron un poco más allá del solo deseo de hacer algo. Dejaron de soñarlo, lo plasmaron en sus creaciones.

Y aunque el día de la mujer es todos los días

Quiero, desde aquí, hacerles un pequeño reconocimiento a algunas de esas mujeres, amigas y emprendedoras, que a diario le ponen toda su garra a lo que hacen y que nos demuestran de lo capaces que somos de hacer lo que nos gusta.

Emprender en tierras lejanas

no es tarea fácil, lo sé por experiencia propia (pero esto se los cuento en otro post, quizás, alguna vez). Sé de la cantidad de papeles, documentos que requiere tener tu propia empresa (sin contar, por supuesto, la parte financiera). Pero, es aun más difícil emprender en otro idioma, en otro país. Emprender en otra cultura. Intentar entender esa cultura. Es por todo esto que valoro aún más la garra que Carolina y Vicky invierten a diario para que sus proyectos sigan adelante.

Se las presento:

Caro, es argentina, diseñadora gráfica, llegó a Suiza en 2012 y es la creadora, administradora y dueña de una tienda online de accesorios boho chic. Sus productos son 100% hechos a mano, y en muchos casos, por ella misma. Un trabajo impecable y admirable. Un trabajo de hormiguita que se refleja en los increíbles resultados finales (y ni hablemos del packaging que tiene, por eso digo, está en cada uno de los detalles). Por supuesto que les dejo su web para que vean las cosas increíbles que hace www.muak.ch

Atrapasueños (dream catchers) hechos 100% a mano por Caro

Vicky, también argentina, vive en Suiza desde hace más de cinco años, es madre, pastelera, trabajadora y aparte de todo eso, hace de las tortas obras de arte. Lleva años cumpliendo cada deseo de mis hijos en sus cumples, por más difícil que sea. Sus tortas terminan SUPERANDO toda expectativa (Y ella termina siendo experta en volcanes y dinos jurásicos, en Ninjagos, aviones, animales del bosque, etc). Sus trabajos son cuidados minuciosamente, sus obras dejan a todos los invitados con la boca abierta, o los que atinan a decir algo, solo dejan escapar un «wow». Las invito a que vean su web www.fiveoclockcakes.com y no me digan después de que no les avisé.

Torta de cumple de Malena con temática animales del bosque

Y emprender en su propia tierra

Una de las creaciones Cecilia Furlan (bota Piove)

Puede tener sus beneficios (el idioma), pero también es cierto que emprender en nuestro querido país puede ser una verdadera montaña rusa. Mi hermana del medio, a quien admiro profundamente, es una gran emprendedora. Desde 2012 que se animó a independizarse y crear su propia marca de diseño de zapatos: Cecilia Furlan (www.cecifurlan.com).

Siento profundo orgullo por ella, por cada uno de sus diseños, por su arte plasmado en un zapato, por su capacidad de entrega, en cada pedido, por más difícil que sea. Pero, sobre todo, su entereza y su fuerza para sortear los mil y un obstáculos que se presentan, cuando hay cortes, cuando hay paro, cuando el cuero que compro la semana pasada no se consigue más, porque se recorre medio Buenos Aires en colectivo, subiendo y bajando su carrito lleno de hormas, de Palermo a Boedo, a veces Ituzaingó, Caballito, Recoleta, Once. Porque veo en su labor diaria el amor que siente por lo que hace. Por la lucha constante, porque no baja los brazos, porque la rema. Porque no hay mayor recompensa que levantarse todos los días sabiendo que vas a hacer lo que te gusta. Sorteando todos los obstáculos, creciendo a diario.

Unos de mis favoritos, aunque elegir es tarea difícil (Nina) http://www.ceciliafurlan.com

Todas ustedes, mujeres emprendedoras, se merecen mi más profundo respeto y admiración. Y sepan que cada vez que renuncian a un fin de semana largo por terminar una entrega, a una salida con amigos porque tienen un cliente, cuando toca buscar una babysitter para poder terminar una torta, o cuando se pasan el fin de semana en una feria – incluidas en las que hay poco público, o público difícil- están creciendo, están superándose. Y no hay mejor recompensa a tanto sacrificio que el halago y la satisfacción en el rostro de quién se lleva una partecita de ustedes.

Y sé también de la linda sensación que produce el saber que están haciendo lo que siempre quisieron.

¿Y que mejor que eso?

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Manos a la obra…(literalmente)

Hace tiempo que quiero contarles (y mostrarles) el resultado de varias noches de trabajo, transformando parte del sótano en una sala de juego para los nenes.

En primer lugar: aclaro que somos novatos totales, ya que más allá de la decoración, que es mi pasión, hasta Octubre del año pasado no habíamos hecho nada similar. Fue la primera vez que nos embarcamos en un proyecto de tal magnitud. Nos acompañaron las ganas, ilusión, la ignorancia y unos cuantos tutoriales sobre construcción, pisos, socalos, empapelados, etc.

Existen dos razones para sumergirse en esta clase de proyectos: ó una necesidad (llamese existencial) ó por un deseo personal de renovación, creación, superación. Pero dejando de lado la parte filosófica de la cuestión, alguna foto vista al azar (o no) en Instagram o Pinterest puede desencadenar los hechos.

En este caso, el disparador fue una charla con Matteo mientras se bañaba. No recuerdo exactamente la conversación, pero evidentemente me iluminé, llamé a Mitja a los gritos y le dije: Transformemos el sótano en un «Spielzimmer».

Por supuesto, el sótano no era un espacio habitable (hasta el momento solo los muebles viejos se habían atrevido a pasar alguna temporada allí debajo, sin consentimiento). El piso y paredes eran de cemento, no tenía buena luz, ni calefacción. Mi idea no llegaba a ser un disparate, pero tampoco algo sencillo de llevar a cabo. Convencer a Mitja no fue díficil. Llevabamos mucho tiempo dandole vueltas al sótano y su uso. Pero también ver los tutoriales sobre como el piso, fue una jugada estratégica. Eso si, parecía más sencillo de lo que realmente es.

El fin de semana siguiente estabamos los cuatro camino a Jumbo, donde compramos el piso, pintura para las paredes, aislantes, socalos, máquina para cortar la madera (perdón, no se su nombre en español), aislantes para el piso, finalizadores, etc. Y yo que hasta ese momento no distingüia entre un clavo y un tornillo…que mundo el de la construcción!

Todos contentos, comenzamos por esperar que los nenes se duerman, cada noche, durantes dos meses y medios. Ellos dormidos, ropa cambiada, bajabamos al sótano a vivir nuestra aventura diaria. Pintamos paredes, manchamos ropa. Pintamos la escalera (que no estaba previsto), rellenamos agujeros con cemento…Y cuando creíamos haber superado la primer etapa, llamese pintura, mi suegro nos hace ver que dejar una pared de cemento, como teníamos planeado, era poco cálida para la sala de juegos…

Viendolo a la distancia, fueron palabras mágicas. Pude así desquitarme con algo que llevaba tiempo queriendo hacer y compré un empapelado divino. Al mismo tiempo, hice un curso de diseño de habitaciones que fue literalmente un fiasco total, a cargo de una señora que no tenía ni idea ni gusto. Experiencias…

Tardamos horas enteras en poner el piso. Entre cortar la madera de manera correctamente, poner y sacar, se nos pasaban las horas de la noche. Durante los fin de semanas la madrugada nos encontraba con ropa de fajina, serruchando, cortando, pero divirtiendonos como dos niños. Lo que en el video nos iba a llevar 3-4 hs nos tomo casi 20. Y luego, empapelamos. No fue díficil porque tengo un marido exacto, suizo, prolijo y milimétrico. Creo que sola, la torre de Pisa iba a parecer recta ante mi empapelado. El último paso, los sócalos, fueron el broche de oro. Y como esperado, el sótano devenido a pieza de juegos, estuvo listo pocos días antes del cumple de Male.

Aún quedan detalles que queremos terminar, sin embargo, decidimos tomarnos unos meses en off para recargar energías y pensar en nuevos proyectos (aunque Mitja tiembla solo de la idea). Pero no podemos estar más orgullosos, y aunque suene un poco arrogante, el trabajo esta impecable. Lo mejor de todo, las horas que pasamos juntos allí, divirtiendonos a montones!

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Magia y Balances

Me encantaría pertenecer a las personas que en vísperas de navidad decoran la casa entera con motivos navideños, llevan pulóveres de renos, papa Noel y hornean galletitas por centenas. Puedo adjudicarlo a mi falta de empatía por dichas prendas o mi poco talento en la cocina. Pero la falta de interés en la decoración es un enigma. Como sabrán, es uno de mis hobbies preferidos. Por lo tanto, supongo que tal desinterés debe remontarse a mi infancia, mi país y mis orígenes. En tema espíritu navideño, los europeos y norteamericanos son imbatibles. Supongo que el clima ayuda. El frío, la nieve, luces, velas, vino caliente y estar dentro de casa, calentitos. Todo esto, totalmente innecesario, por nuestras latitudes.

A pesar de ello, en casa, no privo a mis hijos de hacer galletas, de decorar el pinito, y tener sus pijamas navideños. Admiro a mis amigas, que decoran la casa puesta de pies a cabeza con estilo festivo. Dan ganas de quedarse. Sin embargo, no nacen en mi las ganas de tenerlo así.

Yo soy más de las que hacen tarjetas para enviar, calendarios con fotos para los abuelos, me encargo de comprar los regalos para todo el mundo. Hasta hace dos años, un verdadero desafío, porque después de tantos años regalando a mis suegros (quienes todo lo tienen), me había quedado sin ideas. Para simplificar el estrés que supone la búsqueda de regalos para todos, hace un tiempo que decidimos que entre los adultos jugamos al amigo invisible y de esta manera resolvemos un tema tan tedioso. Las reglas son simples, a los niños se les regala y el precio del obsequio debe ser aproximadamente como lo eran los regalos de los años anteriores.

En lo personal, celebrar la Navidad en invierno (y de manera tan diferente) fue un reto importante en mis primeros años como extranjera en Europa. Hoy, no sabría decir, si las prefiero con calor (y léase mucho) o con frío (pero sin nieve, ya que nunca tuve esa suerte). Sí estoy convencida que la Navidad con la mesa llena lo vale todo. Si, extraño esas mesas en el patio, con la familia reunida, con los abuelos (y personas) que ya no están.  Pero la mesa de hoy tiene a dos de mis integrantes preferidos, que digo, mis dos integrantes preferidos. 

Pero hoy también vivo la Navidad a través de los ojos de mis hijos. Esa chispa que brilla durante toda la noche, esa ilusión y esa inocencia. Hace años que haberme convertido en Papa Noel (o niño Jesús, como es aquí) es una de mis tareas preferidas. No porque me vaya a disfrazar, sino que poder sorprenderlos llena mi corazón. Poder tener la dicha de compartirlo este año con mis hermanas y mi papá, que viajaron desde Argentina para pasarla juntos, tiene ese plus tan especial.

Esperando al Christkind con mucha ansiedad

Creo de suma importancia enseñarles a nuestros hijos el verdadero significado de la Navidad, el valor de la familia y de los amigos, y que mejor momento para hacerlo que este, donde las familias se reúnen, se reencuentran.

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De vacaciones, pero durmiendo en casa

Estás vacaciones se nos vinieron encima. No tuve ni tiempo de desempacar mentalmente las maletas del verano, que ya teníamos las vacaciones de otoño a la vuelta de la esquina.

No estaba preparada para ello ni mental ni físicamente. Ni para hacer las valijas nuevamente, tampoco para elegir destino, ni para sentarme en un avión ni mucho menos, en un auto por varias horas. Era incapaz de pensar en un destino, de buscar alguna oferta de last minute. Vamos, que lo mío era vacaciones modo off en todos los sentidos.

Por lo que la decisión sobre que hacer durante dos semanas fue muy sencilla, ya que con Mitja estabamos sincronizados en pensamientos y sentimientos, y por ende, no había de su parte interés alguno en viajar. Esto no fue siempre así, ya que en algún momento del año fantaseamos con irnos a Valencia, de modo que teníamos pedidos los días, lo cual facilitaba la situación.

Contando con la mayoría absoluta de los mayores de edad residentes en nuestro domicilio, llegamos a la conclusión que: vacacionaríamos dentro de Suiza, haríamos las cosas que teníamos pendientes hace mucho tiempo, visitaríamos diferentes sitios, pero dormiríamos en casa. La base de partida era nuestro hogar. Las actividades y excursiones serían decisiones espontáneas (mínimamente el 50% de los genes de esta casa lo son) y acomodaríamos nuestra agenda de acuerdo al tiempo. Tuvimos muchísima suerte y la que la mayoría de los días pudimos estar fuera. Y lo mejor de todo, al final del día, volvíamos a casa y la cama, era la nuestra.

Con poco equipaje, total a casa volvemos a dormir

Por si alguna de ustedes se encuentra en la misma situación, o está planeando en el futuro pasar unos días libres con niños en Suiza, les dejo un par de ideas para disfrutar de unas vacaciones en casa, pero descubriendo lugares:

  • Natur-und Tierpark Goldau: Es un parque natural enclavado en medio de Suiza, con rocas gigantes que forman parte de paisaje único, pero que son producto de un derrumbe ocurrido en el año 1806. Viven en el cabras, osos, linces, zorros, lechuzas, buhos, lobos, renos, ciervos, cervatillos, etc. El restaurant Grüner Gans es super recomendable y si lo que les apetece es ir de picknick, hay mesitas dispuestas en el parque para ello. El high-light, aparte de los osos, son los dos parques de juegos enormes en medio de la naturaleza. El precio de la entrada es por adulto, 20 CHF, niños de 6 a 16, 10 CHF, o grupo familiar (max. 2 adultos) 55 CHF.
Malena sorprendida por las cabras
  • Naturhistorisches Museum en Berna: Un must para los fans de los dinos, en especial, T-REX, hasta el mes de marzo. Con la entrada al museo, se puede acceder a la exposición de Kennen wir uns?, con dinosaurios en tamaño original, en movimiento, que dan miedo a más de uno. La entrada es sumamente accesible, niños hasta 16 gratis, adultos 10 CHF (creo que es la primera vez que pago tan poco en un museo suizo). Más allá de esta super expo de dinos, el museo en si mismo es excelente, de fácil acceso, con actividades didácticas para los niños y adultos. (https://www.nmbe.ch/en )
Naturhistorisches Museum
  • Planetarium en Kreuzligen: Todos los miércoles se puede acudir al Bodensee Planetarium después de las 19 horas. Durante el fin de semana hay presentaciones sobre la galaxia, estrellas, agujero negro, etc. Toda la información necesaria sobre horarios, edades, etc. la encuentran en la web del mismo. Precios: Adultos 12 CHF, niños hasta 6, 3 CHF, hasta 16, CHF 6. (https://bodensee-planetarium.ch/)
  • Aeropuerto de Zúrich: ofrece visitas guiadas en bus de aproximadamente 1 hora, donde se accede a diferentes sectores del aeropuerto, entre ellos, sino que se puede vivenciar en directo el despegue y aterrizaje de los aviones a solo unos metros de distancia, en el cruce de las pistas. Para los más pequeños, El aeropuerto cuenta con una torre de control y avión tamaño niños para que puedan jugar. Precio: Adultos 10 CHF, niños de 6 a 16, 5 CHF. En la página web del aeropuerto pueden encontrar más Info respecto a los días
  • Indoors (en nuestro caso fuimos a Formel Fun, que nos queda cerca de casa). Hay muchísimos, los hay para todas las edades y son siempre una buena excusa para pasar tiempo en familia en días de lluvia.
  • Jucker Farm con figuras hechas en calabaza, desde toda clase de animales, dinosaurios, tractores, autos, gafas de sol. Vamos, lo que se les ocurra. Y, se puede comer muy rico. ( https://www.juckerfarm.ch/ )
Todo hecho con calabazas

Y si no son suficientes, o ya las conocen, etc. les recomiendo visitar la web de www.freizeit.ch, donde encontrarán actividades para hacer para todos los gustos, edades, épocas del año, etc.

Las vacaciones continúan hasta el domingo, pero Mitja y yo ya nos reincorporamos a nuestra rutina de trabajo y de a poco, en casa, las actividades son más caseras, muchas manualidades y volviendo a los horarios, para que el lunes cuando suene el despertador, Matteo pueda despertarse sin tener unas ojeras kilométricas.

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Queda prohibido olvidarnos

Se que somos muchas las que nos relegamos durante la maternidad.

Somos muchas las que nos olvidamos, de nosotras mismas.

Relegamos nuestro rol de mujer, dando así  lugar y prioridad a nuestro nuevo rol de madre.

Esos roles son combinables, son compatibles y complementarios. Pero lograr el equilibrio y la fracción correcta, necesita de dedicación y tiempo. No es muy dificil pero tampoco fácil.

Relegamos también nuestra carrera, nuestros intereses.

Se pueden combinar, pero el trío mujer, madre y carrera, supone de cierta complejidad. Y de mucho esfuerzo y organización.

Ahora si a esa última combinación queremos agregarle estudios y/o reorientación profesional….entonces… ¿es catastrófico?

Supongo que no. No debería serlo. Pero tengo la convicción de que dar con el resultado de la ecuación puede resultar complejo y puede llevar años en encontrarlo.

Llevo años quejándome sobre mi malestar profesional, echándole la culpa al país, al idioma, a la idiosincrasia, a mi falta de tiempo. Llevo años actuando como una niña más que es incapaz de asumir lo que es tangible, lo que tiene frente a sus ojos. Esa niña que busca en el otro la culpa y de esta manera puede contrarestar de mejor manera su malestar.

Y así, pasa el tiempo.

Bajo excusas que excluyen aquello que nos quita el sueño. Que nos mantienen, por momento, tan a gusto en nuestra zona de comfort. Al fin y al cabo, es más simple. Es lo que conocemos. A lo que nos acostumbramos. Día a día. Y de la mano, la rutina, encargada de que todo fluya.

Pero ¿no es eso un estado mediocre?

Creo en que hay cosas que deben fluir. Momentos en los que hay que soltar y dejar que suceda.

Pero están esas otras cosas, esos otros momentos, que esperan pacientes a que las tomemos en serio. A qué le brindemos la oportunidad de actuar. Y lucirse.

No es tarde. Nunca lo es.

Siempre es posible Reorientarse. Reencontrarse. Reinventarse.

Ya estoy en ello. Llegó el momento.
En mano tengo los documentos de diferentes carreras, el contacto de una Psicologa especialista en ayuda vocacional y muchisímas ganas de emprender aquello que llevo años relegando.

Estoy convencida que solo lograré resultados diferentes cuando comience a hacer las cosas de manera diferente. Y en eso mismo estoy.

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Cumpleaños infantiles

¿Quién no envejeció al menos unos meses organizando y celebrando el cumple de sus hijos? Yo siento que después de cada cumple tengo al menos diez arrugas y dos canas nuevas. Mínimamente.

Hace siete años que comenzamos con los festejos de cumpleaños, durante cinco años fueron una vez al año, hace dos que se duplicaron. Y aunque cada vez terminamos destruídos, con unas ojeras impresionantes y nos invade un sentimiento de resaca sin alcohol, al año siguiente, repetimos. Repetimos porque nos gusta, nos divierte y porque la sonrisa de oreja a oreja de nuestros hijos es la mayor recompensa.

Male en su cumple de 1
El cumple de 2 lo celebramos en la guardería de Peppa Pig y en casa de Tita, Elmo, su amigo incondicional.

Debo admitir que me encanta organizar los festejos (de todas clases, quizás debería pensar en dedicarme a ello). Meses antes estoy pensando en la temática, que, en el caso de Matteo, la elegimos en conjunto de acuerdo a sus intereses actuales. Busco, preparo, compro, guardo, vuelvo a comprar, etc. durante un largo tiempo. Las actividades de la organización quedan repartidas entre los miembros de la familia. Aprovechamos al máximo de las tías, que al no tener hijos aún, se toman esto muy en serio. Por eso, hasta el año pasado, las invitaciones estuvieron a cargo de mi hermana Florencia. Este año, por deseo expreso del cumpleañero, él mismo las confeccionó. Pero esto no significa que la tía tendrá vía libre, en diciembre le tocan las de su ahijada.

Invitaciones de Ningajo, hechas por la tía Flor – Cumple 6

Durante estos años pasamos por muchísimas temáticas: de muy pequeño, Pepa Pig, grúas y policía y animales de bosque para Male. En los últimos festejos, dinosaurios, Ninjago y en el último, aviones. Como verán, los intereses van mutando.  Por eso es siempre un enigma decifrar a esta altura si existen indicios claros de la temática que usaremos el próximo año.

Cumple de 3 de Matteo, temática: Grúas
La noche anterior al cumple del agasajado «preparamos la mesa», con detalles como estos…

La torta es uno de los «highlights» de los cumples de mis hijos. La dejamos en manos de mi amiga Vicky, que cumple con los deseos de mis hijos. Y como ella dice, las tortas de Matteo siempre la retan a ir un pasito más allá, ya sea porque se le ocurre cambiar algo, porque le pide un Boeing 737 donde la joroba debe ser explicitamente visible, etc. Es una dicha tenerla y que nos haga tanto caso.

Otra obra de arte de Vicky de Five O’clock Cakes

Durante los primeros cumples de Matteo ( y ahora los de Malena) los niños vienen acompañados de sus padres, como es lógico. El mayor desafío es servir y agasajar a los niños, a los padres, al que cumple años y al mismo tiempo, intentar disfrutar del cumple. En estos cumples de niños pequeños, los juegos pasan a un segundo plano. Se entretienen sin grandes planes.

Cumple 1 de Malena, temática, Animalitos del bosque.
Las tortas son de https://www.fiveoclockcakes.com/

En últimos dos cumples de Matteo, donde los niños ya vienen solos, el mayor desafío es mantenerlos entretenidos. No es tarea fácil. Son niños que lo tienen todo y se aburren muy rápido. Esto me lleva a recordar los cumpleaños de nuestra infancia: eran simples, mi mamá nos hacía la torta, invitábamos cierta cantidad de amigos y la parte de juegos y entretenimiento quedaba a nuestro cargo. Mis padres no hacían ni de payasos, ni de magos, ni nos organizaban búsquedas del tesoro. Ni mucho menos lo celebrábamos fuera de casa. Sin embargo, la pasábamos muy bien y tengo hermosos recuerdos.

Como mencionado anteriormente, es un gran desafío el entretenimiento de los cumples. A lo largo de los años fuimos probando diferentes variantes, hasta que dimos con la exacta. Y creo que repetiremos hasta que nos digan basta.

  • El cumple de cinco lo celebramos en un indoor (yo estaba embarazada de Male y decidimos hacerlo de la manera más fácil para todos). Los niños se la pasaron genial, fue el cumple más relax que pasamos, pero también el más caro.
Cumple de 5, temática, Dinos
  • El de seis, fue el primero que celebró con sus nuevos amigos, lo hicimos en casa. Eran muchísimos niños, la mayoría varones, creo que una sobredosis de testosterona, sumado al mal tiempo. Terminamos reventados. Como coincide que el cumple de casi todos sus amigos varones sucede en un plazo de seis semanas, es decir, hay mucho cumple en poco tiempo, entre los padres nos pasamos algunos consejos o simplemente nos consolamos. Al final, estamos todos en la misma.
  • El de siete fue todo un éxito. La mamá de un amiguito me comentó que pensaba celebrar el cumpleaños de su hijo en el bosque. Los que me leen saben que 1) los niños en suiza van muy seguido al bosque, en cada pueblo hay uno y les encanta. 2) el único „pero“ son sus garrapatas (al menos para mi, madre extranjera). Me lo pensé, lo hablé con Mitja y dejando de lado mis temores, decidimos también celebrarlo en la naturaleza. Admito que fue la mejor decisión que hemos tomado al respecto. Y fue el primero de varios cumples que celebraremos allí. La noche anterior nos quedamos preparando la búsqueda del tesoro (fue toda una historia en pistas del pirata Igor, gracias a la creatividad y talento artístico de Mitja) y dejando todo listo para llevar el día siguiente (incluido papel higiénico y agua para lavarse las manos porque fuera de una cabaña abierta, con mesa y parrilla, poco más hay) y organizando tema logística de subir y bajar niños en coche.
Cumple de 7 en el bosque, menos decoración, más diversión.

El resto, fue soplar y hacer botellas. Un verdadero éxito, el bosque les ofrece miles de posibilidades para divertirse, cuenta con todas las herramientas necesarias para que dejen volar su imaginación. Son libres y están en contacto con la naturaleza. Encontraron el tesoro, que venía con una buena dosis de golosinas, comieron salchichas a la parrilla, torta de avión y gastaron hasta la reserva energética que tienen. ¿Que más se puede pedir?

Búsqueda del tesoro, 100% casera.
El pirata Igor…

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Primer día de clases

Un recuerdo de una tarde soleada de fines de verano, precisamente un lunes de marzo de 1990, en una ciudad del Alto Valle de Río Negro, ronda hace días por mi cabeza. Quizás es un recuerdo mezclado con la imagen fotográfica que tengo de ese día. Tenía casi seis años. Iba acompañada por mis padres. Supongo también que irían mis hermanas, quizás mis abuelos. Tendría a miedo, ansiedad y miles de mariposas en el estómago. Era el comienzo de algo mágico, de un mundo desconocido hasta ese momento. Serían muchos años de recorrer submundos, de aprendizaje, frustraciones, de felicidad, juegos, amistades, maestros, cambios. También viene a mi mente lo mucho que me gustaba ir, lo bien que la pasaba allí, en la escuela.

Mi primer día de escuela, en 1990

Hoy, el que comienza casi 30 años después la escuela, es mi primer hijo. Pero los sentimientos son casi los mismos que hace tres décadas. Ahora es su turno de incursionar por esos submundos nuevos, de juegos, lecturas, conocimientos, descubrimientos, experimentos, etc. Ahora él es el gran protagonista de vida y probará diferentes roles, hasta que descubra en la piel de cual mejor se siente. Y nosotros como padres pasaremos a ser sus más grandes espectadores.

Hay una frase super trillada que usamos todos los padres, que es inevitable no usarla en estos días, pero, la verdad es que no sé en qué momento creció tanto mi pequeño gran hijo. Últimamente me encuentro revisando fotos viejas en mi celular, de sus primeros años de vida. Y le miro y veo esa carita de niño pequeño, de casi bebé. Supongo que en etapas de tantos cambios, como esta que estamos viviendo, es cuando nos tomamos un tiempo para reflexionar y darnos cuenta de cuanto camino hemos recorrido, de cuanto hemos vivido. Es que, la verdad, no pasaron tantos años, pero ha pasado tanto en la vida de ellos.

Hoy lo hemos acompañado a dar su primer gran paso en la escuela. Fue una mañana muy especial. Anoche no podía dormirse, tenía tanto miedo. Hoy se ha levantado nervioso, con mucho mix de sensaciones. Estaban todos iguales, los 22 nenes de la clase. A pesar que normalmente son de voces fuertes, la sala estaba en silencio. Hasta los más revoltosos no se movieron de sus asientos. La incertidumbre y las expectativas eran muy altas. El miedo en algunos se reflejaba en sus ojitos, inclusive en las lágrimas de unos pocos.

29 años después, mi hijo Matteo

Pudimos quedarnos con ellos durante una hora, que fue de lo más interesante. Cuando me acerqué a saludarlo, me dijo simplemente, chau mami. Y me fui tan feliz de dejarlo feliz, en ese lugar que formará parte de su vida, de su rutina. Donde ocurrirán situaciones mágicas, donde compartirá secretos y momentos con amigos, donde armará alianzas, donde asumirá responsabilidades, donde buscará su lugar y su rol. Supongo también que aprenderá que un tropezón, no es caída y si hay caída, hay que levantarse. Donde tendrá que valerse por el mismo, porque mamá no estará siempre para ayudarlo y la maestra tendrá muchos otros niños más que cuidar. Vamos, la escuela de la vida misma.

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Vacaciones de verano

Durante estos 11 días estuvimos los 4, 24/7. Exceptuando las 4 horas que tuvimos Mitja y yo para salir a cenar solos una noche.

Viajes en familia, Cala Molins

Fueron unas vacaciones soñadas, en el lugar que dio origen a esta familia, donde todo comenzó. No puedo ser muy objetiva respecto a la locación, tiene un aditivo positivo en nosotros. Hacía diez años que no pisábamos la isla y trece sin volver a recorrer muchos de aquellos sitios que están guardados en nuestra memoria con tanto cariño. Hacía bastante tiempo que teníamos ganas de volver. Ya era tiempo de compartir con el resultado de esta unión, con nuestros peques.

Para que este ansiado viaje fuese perfecto era necesario que los niños permanecieran sanos durante la estadía (llevábamos dos años consecutivos de visitas a médicos durante las vacaciones y les puedo asegurar que puede ser bastante tedioso). Exactamente por este motivo, de haber vivenciado diferentes situaciones y haber dado con médicos poco recomendables, optamos por ir a un lugar donde conozcamos el sistema de salud y donde el idioma no sea una traba (lo cual nos llevo a descartar destinos como, por ejemplo, Croacia). Quien se quema una (o dos veces), aprende.

Mis solcitos en Menorca

Una vez al año hacemos vacaciones familiares. Familiares se entiende por nietos, padres y abuelos. Solemos ir con el padre de Mitja y su mujer a la playa. Esta tradición comenzó con una prueba piloto en el año 2008 en Cerdeña, solo tres días. Al año siguiente, Mallorca por otros tres. Después del nacimiento de Matteo prolongamos la estadía a una semana. Llevamos 11 años de tradición (exceptuando el verano de 2012, durante el embarazo de Matteo y un verano que estuvimos en USA).  Fueron varios años de Cerdeña,  Italia, Croacia y España. Es una semana donde nuestros hijos pueden disfrutar de sus abuelos al cien por cien y guardar esos momentos mágicos de recuerdo para toda su vida. Supongo que si no es simple ir de vacaciones con niños para quien está acostumbrado a tenerlos siempre, mucho menos lo será para quien está acostumbrado a viajar solo. Pero la verdad es que con el pasar de los años, nos vamos superando. Ellos están súper cancheros y se adaptan a los horarios o costumbres de los nenes y nosotros intentamos que sea ameno para todos.

Matteo con Grosspapi de bebé en la playa

Durante los siete días en Mallorca, visitamos unas cuantas calas preciosas, comimos rico (como siempre en España), visitamos el acuario de Palma, recorrimos sitios preciosos como Sóller, conocimos un poco más del interior de la isla y nos re-encontramos con amigos que hacía mucho que no veíamos . Fue un viaje innolvidable. En todos los aspectos.

Acuario de Palma https://palmaaquarium.com/es

La segunda parte de las vacaciones la pasamos solos, los cuatro. Adopatamos esta costumbre hace un par de años. Una vez finalizada la semana de a seis, vamos a algún otro destino solos. Está vez alargamos fuimos a otra isla que nos encanta y donde celebré mis treinta, Menorca. La idea detrás es prolongar el modo vacaciones lo más que se pueda y pasarlo entre nosotros. Desconectar totalmente, hacer lo que queramos y generalmente, no hace falta mucho. Simplemente una piscina y mucho tiempo para disfrutar.

Con Matteo en Cerdeña

Estas han sido nuestras vacaciones de verano. Nos quedan aún cinco días más y retomaremos el horario y obligaciones escolares. Muchos cambios se avecinan y los estamos esperando…

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Dar tiempo y dejar madurar

Las vacaciones de verano escolares comenzaron hace una semana en nuestro cantón, aún nos quedan cuatro más. Durante estos primeros cinco días hemos estado muy ocupados.

La razón:

Matteo está haciendo un curso de natación intensivo en la piscina del club de nuestro pueblo. Una decisión 100% suya, que es también un desafío personal, impuesto por él misma. Les cuento el porqué.

De bebé hizo un curso de natación, durante pocos meses, ya que era invierno y no terminó de convencerme. Cerca de los tres años y medio, lo apuntamos a otro. La primera clase fue fenomenal. La segunda, lo contrario. El solo hecho de ducharse antes de entrar en la piscina fue una lucha. Luego, en plena clase, se sumergió sorpresivamente y la maestra no se dio cuenta enseguida. Estuvo una milésima de segundos bajo el agua, lo suficiente para asustarse y no querer volver a ir. Lo respetamos y lo dejamos estar. Desde ese día que tenía pánico de sumergirse.

Nunca dejo de meterse al agua, pero siempre con sus alitas

Un año más tarde fue a un curso con el padre, los sábados por la mañana. Las dos primeras clases fueron bien, la tercera, en cuanto tuvieron que sumergirse, dejo de hacer lo que la maestra decía. Pasaba la clase en la piscina jugando. El agua le seguía gustando y se divertía. Otra vez, lo dejamos estar.

«Click»

Hace algunos días, fuimos a la piscina del club. Allí estaban dos de sus mejores amigos, jugando en el tobogán acuático. Cuando los vio, se alegró profundamente, iba a poder pasar la tarde con ellos. En cuanto lo invitaron a participar Matteo fue consciente que no podía seguirlos en el juego, ya que él ni se tiraba por el tobogán ni nadaba tan rápido como ellos. Estuvo gran parte de la tarde ofendido, supuestamente, con sus amigos, porque lo habían salpicado. Cuando en realidad el enojo era consigo mismo. El quedar excluido del juego le molestaba. Y sabía que el cambio estaba en sus manos. Para hacer un pequeño paréntesis en su enfado y no terminar todos malhumorados, nos fuimos a tomar un helado. Sus amigos terminaron acercándose y juntos fueron a la piscina de niños. Después de un tiempo, quisieron volver al tobogán y fue en ese momento que Matteo hizo ese «Click» que tan necesario es para dar un paso hacia adelante. Un Click que es producto de un cambio interno. Un Click que es sinónimo de madurez, de avance, desarrollo y crecimiento personal. Logró así Romper con esa relación deseo-miedo que tantas veces nos paraliza (a todos) y decidió armarse de valor y hacer lo que era necesario para poder continuar con el juego.

Al agua mi pato

No sé la cantidad de veces que se tiró del tobogán. Sus amigos se fueron y el continúo allí, no quería volver a casa. Esa noche me dijo: mami, que tonto fui. No sabia lo que me perdía. La próxima vez quiero ir al «carrusel» de agua (donde a través de la corriente, uno se puede dejar llevar). El inconveniente: allí no hace pie. Como tantas otras veces, le expliqué que el saber nadar es muy importante, que en una situación extrema puede salvarte la vida. Y que yo estoy dispuesta a dejarlo ir allí solo, pero que primero debería saber nadar.

Al día siguiente le comenté del curso que iban a dar en el club durante el verano. No me dijo nada. Por la noche recibí el mensaje de su «Tagesmutter» (señora que lo cuida los miércoles), diciéndome que Matteo le había comentado que en las vacaciones haría un curso de natación. Todos los días por una semana.

Unos minutos antes de comenzar con sus clases

Otra vez, Matteo me marca sus tiempos. He aprendido a aceptarlos. En sus primeros años de vida me costaba más, solía intentar por todos los medios que haga lo que yo consideraba importante para él. Gracias a su sabiduría me ha demostrado que él va a su ritmo, que logra lo que se propone, que cuando quiere algo, va por ello. Y yo he aprendido a confiar en él pero por sobre todo, a respetarlo. A escuchar sus silencios y leer su mirada, sus acciones. Y verlo tomar sus propias decisiones y luchar por los resultados que él se propone, es admirable. Me llena el alma.

Es de suma importancia, dejarlo ser. Ser quien quiera ser. Dandole libertades para que pueda decidir, sea él quien marque sus pasos, deje sus huellas. Que aprenda a equivocarse y aprenda a no frustrarse, que lo vea como una manera de volver a probar, a intentar, a buscar otras alternativas, otras opciones.

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El final de un ciclo…

Llega el fin de un año escolar

Y nos atiborramos de fiestas de toda clase. Fiesta en la escuela, en fútbol, en danza, presentaciones de todas clases. Asados (barbacoas) con los vecinos, con los padres del jardín, etc. Se necesita prácticamente una agenda aparte para tantos eventos. Y un grado de flexibilidad, logística y predisposición también.

Aunque el verdadero

significado es mucho más profundo, más intenso. En nuestro caso, nuestro pequeño gran Matteo termina su primer ciclo escolar. Una etapa importante en su vida. Finaliza sus dos años obligatorios de Pre-Escolar (que aún no logro determinar si es demasiado tiempo, porque, en algunos casos, como el de nuestro hijo, comienza la primera clase con casi siete años). Dos años pasaron de aquella primera mañana en que, de la mano, dió sus primeros pasos a su pequeña gran independencia. Una mañana donde no solo nosotros y su abuela lo acompañaban, sino que también le sujetaban la mano dudas, incertidumbres, miedos, angustia mezcladas con ansiedad, felicidad, exitación. Vamos, que una revolución sentimental en grado mayor para un cuerpito tan pequeño.

Principio de Jardin, así de pequeño.

En retrospectiva

verlo tan pequeño, tan tímido, tan indefenso, hacen que quiera volver el tiempo atrás, abrazarlo fuerte y susurrarle al oído: Matteo, todo irá bien, aquí conocerás a tus futuros amigos, con quienes compartirás tantas mañanas de juegos, experimentos, paseos. Creo que se lo dije, pero seguramente fueron palabras abstractas. Palabras que, en ese momento, ni siquiera yo sabía si realmente se cumplirían.

Los primeros meses

no fueron fáciles. Le costo abrirse a «nenes» desconocidos, nació su pequeña hermana. Tuvo la suerte de contar con un apoyo incondicional de sus maestras y su equipo. Medio año más tarde, ya iba y volvía solo del jardín, invitaba niños a jugar a casa, lo invitaban a los cumpleaños (y se quedaba solo en ellos). El gran salto lo dió en el segundo año de jardín. Creó su propia indepencia, su grupo de amigos, comenzó sus clases de fútbol. La velocidad con la que maduran y se adaptan a nueva situaciones los niños es impresionante. Lo mucho que logran en tan poco tiempo es remarcable.

No me gustan los finales

ni tristes, ni felices (los hay?). Despiertan mis sentimientos más nostálgicos, de los que me debo empapar para poder aceptar el cambio y dar el próximo paso. Matteo es muy parecido en esto. Por dentro está viviendo una revolución sentimental muy fuerte. Me doy cuenta en sus cambios de humor, sus preguntas, sus ansias y sus miedos. «Calma, hijo, que los cambios traen crecimiento, madurez y experienias nuevas». Mañana es tu último día en ese jardín tan bonito que te acojió durante todos estos meses. Es tiempo de decir Adiós, de alegrarse por todo lo que te espera pero también es tiempo de agradecer por tanto. Tanto amor recibido, tanto conocimiento impartido, tantas experiencias vividas.

Fin de su primer año

Tantos recuerdos

que guardaremos en un baúl con candado, para atesorarlos de por vida. Recuerdos tangibles (que nos trae a diario desde hace una semana), recuerdos hechos a mano, y también recuerdos intangibles, que quedan en nuestra mente, en algunas fotos y videos de momentos mágicos. Canciones aprendidas, amigos nuevos, maestras innolvidables, excursiones, recetas y muchos juegos.

Fin de año, fin del jardín.

Pero por sobre todo, hijo, admiro tu desarrollo, tu madurez, tu manera de hacer las cosas a tu modo y solo. Cuánto camino recorrido en estos dos años, hijo mío. No se puede estar más orgullosa.

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Un día en la escuela

Existe una linda tradición en Suiza en la que los niños de último año de pre-escolar tienen la posibilidad de conocer a sus maestras y escuela, unas cuantas semanas antes de comenzar el nuevo ciclo lectivo. 

Visita al futuro colegio

Hace un par de semanas le tocó a la clase de Matteo. Con bastante anticipación, como es normal en este país, Matteo recibió una carta, dirigida a él, donde sus futuras maestras lo invitaban a pasar una tarde juntos. Ellas los irían a buscar al jardín y juntos caminarían hasta la escuela, donde pasarían unas horas juntos. Y podían llevar sus futuras mochilas. Todo un acontecimiento. Principalmente por el lado de las mochilas.

 Las Mochilas

Claro que al ser una tradición que se repite año tras año, no nos tocó desprevenidos. Sabíamos que ese día llegaría y tener lista la “famosa y futura mochila”. Y aquí hago un gran paréntesis en mi texto y les cuento cuán importante es este tema. No logro tener en claro si es por ser extranjera o qué, pero continúo sin entender porque son estas mochilas “monstruos” tan importantes por aquí.  A ver si me explico mejor:

 ·         A pesar de ser súper ergonómicas, que están cuidadas al detalle para no dañar la espalda de los niños, siguen siendo muy grandes para el tamaño de ellos

·         Las marcas más utilizadas y vendidas cuestan muchísimo dinero. Rondan los EUR 250-350.

·         Si bien incluyen cartuchera completa con todo lo necesario, mochila para deporte y etui, siguen sobrevaloradas desde mi punto de vista.

 Y lo que me alucina es que las llevan VACÍAS. 

 Así es! En Suiza, la escuela le entrega a cada niño cuadernos, libros, cartuchera, carpeta para los deberes, fotocopias y libro de comunicaciones. Exactamente todo lo que los niños precisan. Y, exceptuando el libro de comunicaciones y la carpeta de deberes (con máximo, una o dos hojas), el resto queda en el colegio. Es por ello que sigo sin comprender el empecinamiento en mandarlos con semejantes mochilas.

 Qué si Matteo tiene una?  Claro, puedo no estar de acuerdo o no encontrarle el sentido, pero no puedo negarle a Matteo tener la suya.

Como me dijo mi hermana, pagas una mochila carísima, pero te ahorras todo el dinero que tendrías que gastar en útiles escolares. No me quejo, simplemente yo no comprender J

 Retomando el tema de la visita a la escuela

 Me quedo con la sonrisa, literalmente, de oreja a oreja, con la que salió por la puerta cuando termino la visita. Su cara me trasmitió alegría, me dio muchísima tranquilidad y supe que estábamos haciendo lo correcto.

Quedó impresionado con sus maestras, tranquilo que puede equivocarse y hacer errores, porque este era un tema que lo mantenía en vilo y le sorprendió que casi no hayan juguetes en el aula. Algo que para nosotros adultos es normal, pero ante los ojos de los niños y en su mundo, son cambios remarcables. Esas son las cosas que dejamos de ver, esas cosas que solo ven ellos y nosotros no lo logramos hacer.

Esa tarde estuvo de lo más mimoso, buscando mi cercanía, dándome besos y abrazos a toda hora. Al anochecer me dijo: mami, hoy fue un día raro, muy raro. Estoy un poco confundido. Tantas cosas, primero ir al jardín con la otra mochila, después con otras maestras a la escuela, hacer unas actividades allá, después ir a tomar un helado con vos y luego Diego en casa (un amiguito). Tengo un poco un “durcheinander” (confusión). Claro, hijo mío, son muchos cambios que se aproximan e incluyen temores, dudas, incertidumbre.

 Él está por embarcar en una nueva aventura que durará muchos años. Una aventura que lo llevarán a crecer, a madurar, donde terminará de desarrollar su personalidad, donde ocupará un lugar determinado en un nuevo grupo, donde conocerá a nuevas personas, nuevos amigos. Donde la vida le tendrá deparada muchas sorpresas.

 

 

 

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Aprendiendo a ahorrar

Hoy publiqué un par de videos en mi cuenta de Instagram sobre la importancia del ahorro en los niños, del valor del dinero y la toma de consciencia sobre su uso. La verdad es que muchas me preguntan cómo lo hicimos, así que me explayaré un poquito más al respecto en este mini-post.

Hace un tiempo aún que el tema dinero es muy importante en casa. El aprender el precio de los productos del supermercado, de los juguetes que nos gustan, etc está presente en nuestras charlas a diario. Pero como enseñarles a diferenciar entre caro y barato, entre mucho y poco dinero. Entre para que ahorrar y en que gastar. Para nosotros, los adultos, tarea diaria, la de comparar precios, que comprar, cuando ahorrar o en qué invertir. Pero transmitirles a los niños el valor del dinero, algo tan subjetivo y tan abstracto para ellos, me llevó charlas con otras madres, a leer varios libros y artículos al respecto.

Por eso cuando llegó a mis manos el video de una mamá española explicando la posibilidad de enseñarles a ahorrar para tres objetivos diferentes, me pareció super adecuado para nuestra situación.

Nos pusimos manos a la obra, buscamos frascos viejos de mermelada, los pintamos con spray, le pegamos una cinta de papel en la cual escribimos el objetivo y voilá, a ahorrar!

Les cuento, se precisan tres alcancías (que pueden hacer, como en nuestro caso, con frascos viejos, o las pueden conseguir, comprar, etc).

  • Alcancía 1: Es para su uso diario, semanal o cómo quiera disponerlo. Es el equivalente al dinero que tenemos en la billetera y pueden administrarlo o gastarlo a su parecer. Si se tiene el dinero suficiente, se puede usar. Por ejemplo, para comprarse una revista, figuritas o lo que se le ocurra. También lo puede ahorrar y comprarse algo de más valor. Es decisión de cada niño.
  • Alcancía 2: Esta alcancía es la del ahorro a largo plazo. Se establece un objetivo de ahorro y para tenerlo presente, se puede escribir en la misma alcancía, sea en la tapa o como en nuestro caso, en una cinta de papel pegada sobre el frente del frasco. Puede tratarse de algo grande, que cueste cierto dinero y que el niño desee. En el caso de Matteo, eligió ahorrar para comprarse un Lego de hace un par de años y que cuesta un dineral. Esta alcancía no puede abrirse hasta obtener el dinero para el objetivo.
  • Alcancía 3: Esta es la que más me gusta y lo que me llamó más la atención del video. Para esta alcancía el niño puede elegir a quién o que entidad quiere donar el dinero que se ahorrará en ella. En nuestro caso, eligió donársela a los científicos e investigadores que están intentando descubrir nuevos remedios y vacunas para las enfermedades que tienen algunos niños.

En resumen, la idea es que de la mensualidad o paga semanal (esta es la opción nuestra), vaya un determinado porcentaje a la alcancía 1, otro a la 2 y otro monto a la 3. No hemos determinado aún cuál será el porcentaje pero lo haremos en breve.

TIP: Cuando estén en un negocio y tu hijo/a te pida que le compres algo y que luego te dará el dinero al llegar a casa, decile que no. Es importante no enseñarles desde tan pequeños el sentido del crédito. Es mejor explicarles que pueden comprarlo cuando tengan el dinero para tal fin. Que si en ese momento no lo tiene, deberá esperar a contar con ello. Lo sé, todos ya lo hicimos así, pero nunca es tarde para re-educarlos! Son muy pequeños y son súper flexibles.

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A una gran mujer

Este post es especial. No voy a hablar de crianza, ni de viajes, ni de decoración. Este texto se lo dedico exclusivamente a una gran mujer, mi gran referente, mi abuela Lala.

Mis abuelos, Lala y Lalo, como siempre, presentes, en mi cumple de 9.

Mi abuela Lala

en realidad, se llamaba Aurelia (de origen latino, significado: dorada y resplandeciente). Nombre que heredó mi hija Malena. Mi abuela Lala se convirtió en Lala cuando nació mi primo mayor. Hasta ese momento era, simplemente, Aurelia, nombre que le eligió su madrina. Aurelia nació en una aldea de Galicia, cerca de Coruña, en el añ0 1920. La segunda de trece hermanos. Este año cumpliría 99, pero partió de este mundo a los 96 años, diez meses y doce días. Exactamente, un 14 de junio de 2017. Un día como hoy. Es por ello que quiero recordarla hoy y compartir con ustedes un poco más de esta mujer fuerte, tenaz, con grandes valores y a quien admiro profundamente. De quien tanto he aprendido. A quien quiero parecerme, aunque sea, un poquito.

Mi abuela en Mar del Plata en los años ’40

Corrían tiempos difíciles en España, principalmente en Galicia. Mi abuela tomaba clases de costura en Betanzos y se ocupada de cuidar de sus hermanos más pequeños, mientras sus padres y su hermana mayor, Esperanza, trabajaban en el campo. Cuando la situación empeoró, los padres le dieron a elegir, o comenzaba a trabajar con ellos en el campo o tendría que embarcarse a Argentina, a casa de unos tíos, a quienes no había visto en su vida. Aurelia no lo dudó, iría a ese país del que tanta gente hablaba maravillas, una tierra prometedora, llena de esperanzas, donde comenzar su vida lejos de su tierra. Ese país que no podía ni siquiera ubicar en el mapa, a casas de esos tíos que no conocía. 40 días de travesía en barco, junto a un conocido de la familia, desconocido para ella, no la detuvieron. Era demasiado joven e inocente para medir siquiera los riesgos que ello implicaba.

Lamentablemente poco sé de la travesía en altamar. Solo sé, que cuando llegó a Buenos Aires, no había nadie esperándola. Estuvo cuatro horas sentada en el puerto esperando a que alguien la recogiese. No puedo ni quiero imaginarme el miedo que habrá pasado, la desolación, las dudas que le habrán surgido en ese momento. Con solo quince años, con una inocencia impensada para nosotros. Una inocencia desconocida por nosotros.

Sus primeros años en Argentina no fueron fáciles. Tuvo que trabajar muy duro para poder hacer su camino. Sufrió desencuentros, desengaños, malos momentos, soledad. Lo mismo que por su familia durante la guerra civil española. Cosía incansablemente ropa para su familia, que mandaba en bolsas viejas para que nadie sospechase de que se trataba de ropa nueva. A los 24 años se casó con mi abuelo Lalo (quien hasta convertirse en Lalo era Alberto). Abrió su propia peluquería, donde trabajó sin cesar. También fue modista, de las buenas. Tuvo dos hijos, sola y lejos de casa, como tantas de nosotras, pero hace más de setenta años. No contaba con el soporte y ayuda que tenemos nosotras, ni la información al alcance de la mano, y mucho menos, con estudios. Pero hizo un excelente trabajo como madre y trabajadora. Fue una gran amiga, una gran madre, una gran mujer.

Tuvo seis nietos. Cuando mis padres decidieron mudarse a Rio Negro, en el año 1986, mis abuelos nos extrañaron tanto, que decidieron dejar la capital y mudarse a la Patagonia para tenernos cerca. Y ¡que suerte tuvimos de haberlos disfrutado tanto!

Matteo en el Campo de la casa materna de mi abuela, en Cos, Galicia.

Podría hablar sobre lo dura que fue su vida, sobre las cosas que le tocaron vivir, etc. Pero prefiero hacerlo desde mis recuerdos y no de lo que me contaron sobre ella. Porque son esas vivencias las que atesoro en mi mente, en mis recuerdos, en mi corazón. Mi vida esta marcada por ella. Mucho de lo que soy, lo soy gracias a ella. Reflexionando sobre muchas decisiones de mi vida me hacen dar cuenta que sigo sus pasos, que son sus huellas las que marcan mi camino. Yo volví a su país, a su tierra y me quedé en su continente.

Mi abuela con nosotras tres, en Río Negro, en 1988.

Recuerdo su patio con flores, rayitos de sol a doquier, geranios, aloe vera, nuestras charlas bajo el parral en verano, su máquina de coser, sus sábanas con un perfume inconfundible (que me trasladan a los momentos mas lindos de la vida, la infancia y su inocencia). Viajes en colectivo, paseos en la plaza, tardes de cine y visitas al kiosco. Sus fideos con manteca, su salsa de tomate, su pollo al limón, sus mates (soy tan matera gracias a esta galleguita hermosa que me transmitió esta tradición tan bonita), sus ojos claros, únicos. Su amor propio, su coquetería, porque era tan coqueta, tan presumida. Y la razón que tenía.

Nosotras tres con nuestra gran abuela

Cuando conocí y pisé su tierra por primera vez, en el añ0 2016, un remolino de sentimientos se apoderaron de mí. De mis ojos brotaron lágrimas, en mi corazón, sentimientos encontrados. No puedo explicarlo, pero el estar allí, en esa tierra tan poderosa, tan mía, tierra de mis raíces, me dí cuenta de que hay mucho más de mí en ella de lo que creía. Me invadieron sensaciones muy fuertes. Fueron días mágicos, de introspección. Me sentí mucho más unida a ella, a su pasado, a su vida, a su tierra, a su familia, a sus comienzos, a mis raíces, a mi pasado.

Bautismo de Matteo.

Dicen que las gallegas son medias brujas (cosa que aprendí cuando estuve allí). Mi abuela no era la excepción. Quien la conoció sabe perfectamente a lo que me refiero. Y aquí les demostraré cuan cierto era esto. En febrero de 2017 me llama mi mamá una tarde y me dice, la abuela dice que viene la nena en camino. En ese momento no existían planes de otro hijo. A fines de febrero, principio de marzo quedé embarazada. De una nena. Cuando supe que era nena, decidí darle a mi hija la posibilidad de llevar el nombre de la mujer a quien más admiro. Para mí, que Malena se llame Aurelia me llena de orgullo y siento que algo de ella sigue presente en nuestras vidas.

Nuestra última Foto juntas. Desgarrada de dolor con la certeza de saber que era nuestro último abrazo, nuestro último momento juntarás.

No pude despedirme de ella como hubiese querido. Fuí muy cobarde. Cuando su salud empeoró drásticamente, tuve la posibilidad de viajar a Argentina sola, en un viaje relámpago. Tenía la reserva hecha, pero un miedo interior me paralizó. No viaje. No me animé a dejar a Matteo solo y cruzar el Atlantico. ¿Si me lo recrimino? A veces. Otras veces, pienso que en fondo fue una manera de guardarla en mi memoria como en esa última foto juntas. En sus últimos meses empeoró mucho, me costaba reconocerla en las fotos. Lloré mis mares de lágrimas durante esos días, me arrepentí miles de veces, me perdoné otro centenar. Le escribí una carta de 10 páginas que le hice leer a mi mamá. Le dije hasta el cansancio lo que la adoré, lo que la adoro. Ella lo sabe, y es todo lo que a mí me vale. Matteo la recuerda, me habla de ella con una naturalidad increíble. La lloró a la par mía, a la par de mis hermanas, de mi madre. Mi abuela se fue, partió, como correspondía a su edad y cómo es la ley de la vida, pero sigue presente en nosotros. La siento a mi lado ( y ella se encarga de que así sea). Eso es todo lo que importa. Sentirla cerca. Su impronta sigue y seguirá presente en nuestras vidas. Sus enseñanzas, sus valores. Su amor también. Y eso es todo lo que cuenta y lo que vale.

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Criar entre dos culturas

es uno de los mayores retos que se nos presentan a los padres de niños biculturales. Principalmente cuando se trata de culturas diferentes.

El emigrar require de aprender a adaptarse e integrarse en una nueva cultura. De formar parte de ella y en caso de ser posible, inclusive y muy recomendado, es sentirse parte. Para lograrlo, en algunas ocasiones toca dejar de lado muchos prejuicios, en otros ser abierto a situaciones nuevas y brindarle una oportunidad a aquello que no conozco. Mis humildes tips para quienes estén pensando en emigrar, o para quienes estén recién llegados a un nuevo destino. Pero como este post es sobre la crianza en otro país, dejo este tema para otro día.

Cuando llega el momento

de criar a nuestros hijos lejos de casa, nos atormenta la incertidumbre de como lograr un ensamble justo que les permita absorber lo mejor de cada cultura. En nuestro caso, lo vamos intentando a medida que ellos crecen, dejando muchas veces que fluyan las situaciones y siempre, respetando tradiciones y costumbres que creemos importantes transmitir. 

Para ello

hacemos un mix costumbres suizas y argentinas (aunque procuramos respetar las locales) y agregarles, en la medida necesaria, una pizca de las arraigadas. El ejemplo más claro es la hora de la cena. Con Mitja nos comprometimos a encontrar un horario que se ajuste entre el típico de cena en Suiza y el que nos quede bien a nosotros como familia. Así que, si bien cenamos un poquito más tarde que una familia local, seguimos dentro de los márgenes aceptables aquí. La flexibilidad est una constante en nuestras vidas (no queda otra cuando hay tanta mezcla involucradas) y muchas veces terminamos cenando a la hora que se pueda. Pero que sería de las familias si no existiese la posibilidad de cambiar las reglas y adaptarse a las circunstancias?

Papa Noel vs. el Niño Jesús (Christkindli)

Pino de navidad natural con velas de cera que se encienden para acompañar la velada, mientras se lee el pasaje de la biblia del nacimiento de Jesús (tradición familiar).

Cuando nació Matteo y celebramos nuestra primer Navidad como familia conformada, nos cuestionamos quién traería los regalos (hasta ese momento no había sido necesario semejante planteo). Por un lado, en mi país, Argentina, es Papa Noel el encargado de traer, a las doce de la noche, los regalos. En Suiza es el niño Jesús (como era antiguamente en Argentina) y por supuesto, no a las doce de la noche, sino en algún momento de la velada. Pero decidimos que como aquí vivimos, será el Niño Jesús quien traiga los regalos a esta casa. Y le explicamos a nuestros pequeños que, como el mundo es tan grande y hay tantos niños en él, el pobre Niño Jesús no alcanzaría con todo, por lo que las tareas son repartidas por continentes, y en Argentina cuenta con la ayuda de un señor mayor, con barba blanca y traje rojo, que su risa puede asustar a más de uno (ante la eventualidad que alguna vez decidamos pasar las fiestas por aquellas latitudes).

Pero siempre existe la excepción a la regla

Matteo disfrutando de una tradición presente en nuestra vida diaria, el mate. En este caso, tereré o mate con jugo, como él lo llama

Existe una tradición a la que no podría renunciar. Ni quiero. Al mate. Mi abuela Aurelia, Lala para nosotros, gallega, quien con quince años llegó sola a Argentina, era una gran cebadora de mate. Debía yo tener cinco o seis años cuando comencé a tomar mate (dulce, por supuesto) con ella. En casa no se tomaba mate. Por lo tanto esa hermosa costumbre (y con un significado tan bonito) la adquirí en casa de mis abuelos, uno de esos lugares que permanecen en el recuerdo de uno, intacto,al igual que sus olores, sus colores, sus matices. Lugares que saben a felicidad, que saben de felicidad. Lugares donde uno fue feliz.

Tomo mate a diario, normalmente sola (estoy tan acostumbrada a hacerlo así que cuando me toca esperar, me impaciento). Es una costumbre tan presente en mi rutina que cuando Matteo era muy pequeño, fuimos a celebrar el día de la madre al bosque juntos con unos entrañables amigos, y de pronto aparece Matteo con un «mate» confeccionado por él (un palito dentro de un vaso) y me dijo: mate para mamá. Imagínense. Me derretí. Y a pesar de que nunca intenté imponer esta tradición en casa, Matteo toma tereré y de hecho, él mismo me invita a que tomemos juntos y ceba él. Costumbres que se transmiten. Costumbres que no se pierden. Que permanecen.

Pero muchas veces

se tratan de costumbres y tradiciones más fuertes (por ejemplo, temas religiosos). Creo fervientemente que no es necesario dejar de lado las creencias de uno, siempre y cuando no afecten el desarrollo y la vida social de nuestros hijos en sus países de nacimiento o crianza. Es importante transmitírselas de una manera que ellos puedan gestionarlas sin que ello interfiera en su crecimiento e integración.

La ventaja que contamos las familias biculturales es la dualidad. Siempre se les puede explicar que esto es así aquí y allí es al revés, o de otra manera. Sorprende la facilidad que tienen de asimilarlas y cómo le gusta también disfrutar de esas pequeñas ventajas. El poder hacer algunas cosas de manera diferente al resto. Otras veces nos sorprenden ellos, tratando de arraigar costumbres locales desconocidas para nosotros. Ellos nos van guiando, nos muestran en que desean ser como el resto y en que quieren diferenciarse. Y de eso se trata criar respetuosamente. Escuchando sus deseos, sus necesidades, sus miedos.

¿Alguna tradición a la que les cuesta renunciar? Y ¿alguna tradición local que les cuesta asimilar y transmitirles a sus hijos?

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Como organizarnos sin desesperar

Nos pasa a todos. A todos los padres que trabajan. Alguien enferma y debemos, muchas veces en cuestión de minutos, organizar el cuidado de los niños (y en caso de haber mascotas, también). Y hacer esto, sin desesperar, es, a veces, un gran reto.

Hoy ha pasado de nuevo

Lo que nos pasa al menos dos o tres veces por año, pero qué digo, dos o tres veces por estación. Alguien enferma, hay que ir a trabajar (y como suele suceder, mi marido y yo ya tenemos reuniones super importantes, de esos que creemos que no podemos estar ausentes bajo ningún punto de vista) y dentro mío me sucede siempre lo mismo: me convierto en un manojo de nervios (aunque intento recordar a mi profesora de yoga diciendo que hay que mantener la calma) mi cerebro se pone en modo alerta total, se prenden las primeras alarmas de que hay que hacer algo urgente, recibo el kick de adrenalina pura necesario y comienzo a organizar y acomodar (como si del Tetris se tratara) de manera express el día y el cuidado de los niños. Esto, suele suceder seguido, ya nos estamos acostumbrando.

Hoy es un poco diferente…

Pero lo que ha pasado hoy corresponde a mucha mala suerte. La Tagesmutter (que significa madre de día, para las que no viven en un país germano parlante y que ya les contaré quién es en otra entrada) y la niñera (que no es lo mismo) cayeron enfermas el mismo día y me avisaron con media hora de diferencia entre ellas.

¿Pero cómo organizarnos hacerlo sin desesperar?

Hago un repaso mental de quienes tienen el viernes libre con disponibilidad horaria, y claro, que se animen a quedarse toda la tarde con un nene de seis años (lo de su hermana de uno está solucionado, va a la guardería todo el día).  Elimino de un plumazo al menos 3 candidatos. Y por supuesto ni se me ocurre pensar en mis padres y hermanas, que viven a 13.000 kilómetros.  A ellos los dejo para el consuelo telefónico.

Manos a la obra

Llamo a mi amiga, pero mañana cuida de otro niño. Pienso en los abuelos, pero acaban de mandarme un WhatsApp contándome de lo bien que la están pasando en Nairobi con 28 grados (mientras que nosotros aquí bajo un cielo gris, que no para de llover hace una semana) por lo tanto, también descartados. Mi vecina trabaja.

Cuando no hay otra opción…

Sin más remedio llamo a mi marido, quien mañana tiene una reunión impostergable (y debo admitir que las ultimas tres veces se quedó él en casas). Y  como quien no quiere la cosa, me veo mandándole un mensaje a mi jefe y preguntándole si es posible que mañana haga Home Office. Y mientras lo escribo ya estoy repasando mentalmente las pelis y actividades de entretenimiento tendré listas para que mañana Matteo (y yo) pasemos bien la tarde. Después de seguir las instrucciones de mi jefe sobre los programas que debo instalar en mi computadora, estoy lista para comenzar mi primer dia de Home Office en esta nueva empresa.

Un detalle no pequeño

Olvidé comentarles que justo dos días antes tuve una reunión con mi jefe para cerrar el periodo de prueba (si, llevo tres meses trabajando en esta empresa). Es decir, no voy a ir a trabajar en primer día de trabajadora oficial fija indefinida.

Pero es cuando recuerdo

Que no soy la única, esto les pasa a todos los padres que trabajan. Que es parte de ser padres trabajadores, que se trata de conciliar, de intentarlo. Que estamos todos en la misma barca, remándola.  Sí, a veces sirve pensar así.

Una escapada de a dos

Después de ocho años, y un viaje fallido a Roma de por medio gracias al COVID, nos llegó el momento de escaparnos un fin de semana SOLOS.

Maldivas, 2010

Tardamos bastante en animarnos, pero lo valió cada instante. Fue un reencuentro como pareja, como dos personas adultas. , logramos superar las dos horas que solemos tener cuando nos vamos a una cena y pasamos la mitad del tiempo hablando de los niños. Ese fue el mayor éxito, volver a hablar sobre nosotros, sobre cada uno como individuo, como ser sin título de padre-madre. Fueron momentos donde volvimos a contemplar el silencio, que volvimos a leer un libro sin interrupciones.

Diez años atrás, en nuestra ingenuidad

La escapada fue el resultado de 10 años de casados. Hace una década dabamos el sí y nos ibamos un día después a las Maldivas, donde en una estrellada, a orillas del mar Mitja me dijo: En 10 años volvemos (y yo respondí: «no, acá no, ya conocemos, vamos a las Seychelles»). Ingenuos al cuadrado, como no nos imaginamos que nos encontrariamos viviendo una pandemia, con aislamiento, sin posibilidades casi de cruzar fronteros. Eramos tan jóvenes y naiv que por supuesto, no se nos ocurrían esas cosas.

Suiza, 2020 …

En los siguientes 8 años no nos fuimos ni al Tessin solos (cantón italiano en Suiza), así que siéndoles sincera, la idea de Maldivas o Seychelles no solo quedaba muy lejos sino que totalmente descartada. Primero teníamos que animarnos a subirnos a un avión solos (por separado lo logré después de seis años). Dejar a los nenes con sus abuelos 48 hs era más factible que 168 horas, incluídas varias de avión. Por lo tanto, Roma, la ciudad del amor, era el destino ideal para dar el primer paso y animarnos a la aventura. Roma, capital del Imperio (yo, fanatica de la historia, mi marido, del imperio). Roma, mi pendiente número uno hace tanto tiempo.

En febrero, nuevamente siendo ingenua como hace diez años, compramos los billetes para volar en Junio. El resto es historia, la pueden encontrar en cualquier periódico, radio, programa televisivo.

De modo que el tan planeado viaje por los diez años de casados sucedió dentro de los límites de Suiza. ¡Pero que bien la pasamos! Un hotel increíble, súper recomendable, en un bosque encantado, en la zona más bonita de Suiza, con gente encantadora que trabaja allí (no siempre es el caso en este país), restaurantes para todos los gustos, una decoración con muchisímo estilo, habitaciones de ensueño. Por si quieren echarle un vistazo (https://www.waldhaus-flims.ch/en/).

Por lo que el viaje fue todo un éxito, incluído el viaje en el Jaguar para «dos personas» prestado por mis suegros (descapotable, pero con la lluvia que cayó no hubo forma de probarlo) y la contractura que tuvimos de estar sentados tan bajos (evidentemente no estamos hechos para coches deportivos, mejor nos quedamos con nuestro SEAT)…Humor aparte, fue un fin de semana para el recuerdo.

Y ustedes, ya se animaron a un fin de semana solos? A un viaje largo?

Futuros «expatriados»

Ser una expatriada argentina en Europa es uno de los motivos más comunes por los que muchas personas con ganas de emigrar me escriben y consultan sobre los diferentes aspectos a tener en cuenta a la hora de emigrar.

Mi experiencia

Siempre respondo, les aclaro lo siguiente: «no emigre directamente a Suiza ni tampoco en familia». Es un bueno tenerlo en cuenta, porque:

Con mi “host mom” Donna, en el año 2011, diez años después de haber vivido un año en su casa en USA
  1. cuando emigré, no llegaba a los 22 años (éramos yo, mi otro yo y mi ego que dejaban una tierra, amistades y familia). Pero no tenía hijos ni responsabilidad alguna.
  2. mi primer destino fue Palma de Mallorca, no Suiza. Y gracias a Juli, una amiga argentina-española que había conocido en USA durante un año de intercambio, y su familia, que me abrieron las puertas de su hogar, que me ayudaron, me contuvieron y me dieron Tips super valiosos, fue posible dar el primer gran paso.
  3. siempre tuve en claro que quería vivir en el extranjero. Tengo recuerdos de mis 5 años, cuando estaba convencida que me iría a Nueva York (y le decía a mi mamá que la llamaría para avisar que estaba todo bien después de haberme subido a la estatua de la libertad). Con 6 años, en una fiesta de cumpleaños de 80, en el Club de Leones de mi ciudad, escuché hablar por primera vez de los intercambios estudiantiles (supongo que habría alguien que lo había hecho). Recuerdo (como si esos 30 años de por medio no hubieran pasado) que al irnos de la fiesta les dije a mis padres con toda la seguridad que puede tener una niña de seis años, que yo también me iría de intercambio en mi adolescencia (y lo hice, 10 años después de ese episodio, un año entero en Kansas City, en una familia increíble, donde conocí gente que marcarían mi vida en tantos aspectos).
  4. después de esa experiencia, mi hambre de viajar por el mundo y conocer diferentes países y culturas, aumentó.
  5. mi sangre migrante que corre por mis venas debe tener mucho que ver.
  6. la insistencia de mi padre en que vea el mundo, tendrá otro poco.
  7. la carrera que elegí me permitió conseguir trabajo rápido. Y tiene otro poco que ver con esto de viajar. O de emigrar.

Les cuento esto, porque se que a muchos les interesa saber los motivos o los deseos que llevan a una persona a emigrar. Muchas veces son propios de uno, otras veces por seguir a otra persona, por superación, por trabajo, carrera, por mejorar la calidad de vida, por salud. Abundan los motivos…

¿Me animaría “hoy” a venirme a Europa con hijos? No lo sé, simplemente porque no vivo la realidad del día a día como padres en la situación que se vive en Argentina. O en cualquier otro lugar. Pero sí los entiendo cuando me dicen que como padres quieren lo mejor para sus hijos, un futuro mejor que la incertidumbre y la inseguridad. Y como todos padres, solo queremos lo mejor para nuestros hijos. ¿Si lo volvería a hacer? Seguro (aunque algunas veces me pregunto como hubiera sido mi vida allí).

¿Qué les aconsejo? Que hagan todas las averiguaciones posibles, y acá les comparto mis consejos (la mayoría; los típicos) para ayudarlos a todos los que se están planteando migrar:

  1. que migren con los documentos necesarios o con un contrato de trabajo. Que muchas veces, aparte de tener el pasaporte de, por ej, la EU no significa que automáticamente esté todo solucionado. A veces es necesario contar con otros papeles.
  2. que no hay que idealizar el mundo. Ni Europa es la salvación, porque mucho lo tendrás que poner vos. Pero si hay oportunidades, hay que verlas y aprovecharlas.
  3. que sepan inglés (es casi indispensable) y sino, que se pongan a estudiarlo cuanto antes.
  4. que si saben destino con mucho tiempo de anticipación, estudien un poco la historia, el modelo político y el idioma del país. ¡Les ayudará!
  5. que se contacten con personas de su misma nacionalidad que estén viviendo en ese país y pidan consejos (para eso hay muchos grupos de Facebook de, por ej., argentinos en tal o tal país). Generalmente son los que mejor conocen la situación.
  6. que todos los miembros de la familia estén de acuerdo con la decisión (por lo menos, los adultos). Si es solo el deseo o sueño de solo uno, suele complicar las cosas en destino.
  7. averiguar cómo funciona el sistema de salud, impuestos, revalidaciones, etc. Tampoco olvidar como es el clima (importantísimo si emigras a países en latitudes muy diferentes a las que están acostumbrados)
  8. si hay niños en la familia, averiguar sobre el modelo educativo del país receptor. (evita grandes sorpresas).
  9. cada uno conoce su situación económica, pero hay que contar con algunos ahorros para establecerse.
  10. que tengan en claro que habrán muchas piedras en el camino, pero que se pueden sortear.
  11. que no valen las comparaciones. Nunca, pero en ningún aspecto.
  12. que hay que abrir la mente, dejar prejuicios de lado.
  13. que mantener amistades a la distancia es un esfuerzo enorme (cuanto más pasa el tiempo, peor) por eso es indispensable hacer nuevas. Se puede! Te vas sorprender de cuantas personas maravillosas conocerás en tu nueva «vida» y que pasarán a ser tu nueva familia.
  14. que vas a vivir diferente. Porque vos vas a ser diferente. Quieras o no, una parte tuya quedará en tu lugar de pertenencia. Y otra, te acompañará, evolucionará. Siempre lo cuento, aquí soy Ana (exceptuando pocas personas que han logrado ver más alla de mis corazas y han sabido leerme entre lineas), en Argentina, Ana Laura.
  15. que jugarás de visitante muchos partidos.
  16. importantísimo: Tu país por adopción no es tu país originario. No lo olvides. Ni uno es mejor ni el otro peor. Son diferentes. Uno es elección, el otro, corazón. O al revés?

No dejen nunca los sueños aplazados, al final del día, terminan convirtiéndose en pesadillas, o desvelos. Pero sí les recomiendo, pensarlo, evaluarlo, hablarlo, revisar planes, proyectarse, conocer límites personales y familiares. Es el ABC del migrante.

Por eso, las visitas a tu familia y tu país son tan importantes, es una recarga de afecto

¿Algún otro consejo de «expatriados» que se me haya pasado y que pueden ser útiles para todos los que están pensándolo?

Se termina la cuarentena y ahora ¿qué?

Una pregunta que ronda en mi cabeza hace tiempo, incluso, cuando la cuarentena era una situación nueva para todos, cuando no podíamos ni imaginarnos vivir 50 días relegando actividades que hasta ese momento considerábamos vitales, imprescindibles, es: ¿Qué vamos a hacer cuando todo pase? ¿Qué voy a ser?

¿Qué vas a hacer? vs ¿Qué vas a ser?

Estamos a días de reinsertarnos en nuestra vida pre-cuarentena, para retornar a cierta «normalidad» (esperada por unos cuantos), me da mucha curiosidad saber si volveremos a esa vieja-nueva rutina ¿sin cambios? ¿Cómo continuaremos la vida? ¿cómo si las últimas semanas de confinamiento no hubieran pasado nunca? ¿Ó intentaremos rediseñar los entretejidos de nuestra biografía? ¿Aprenderemos o cambiaremos algo?

Sé que estas preguntas son totalmente personales. A cada uno de nosotros nos ha tocado vivir este tiempo de un modo diferente, en un estado de sus vidas distinto. Pero más allá de todas las diferencias o semejanzas que puedan existir, mi gran duda es: ¿Hemos aprendido algo? ¿Estamos dispuestos a cambiar algo? o simplemente lo olvidaremos con la misma rapidez con la que llegó, nos sorprendió, nos unió y puso nuestras vidas de pies a cabeza?

No tengo las respuestas, es algo que solo el tiempo nos podrá demostrar. En este momento, sentada frente a mi computadora, escuchando una canción preciosa, en una tarde de lluvia, rodeada de mis dos debilidades y mi compañero de vida, estoy convencida que estos días vinieron para enseñarme a revalorizar los detalles de la vida, su simpleza. Redescubrir la felicidad en aquello que está a nuestro alcance, lo que no tenemos mas que estirar el brazo y podemos palparlo. Que dar las cosas por sentado no ayuda. Que las relaciones interpersonales son esenciales. Que es necesario revisar la lista de prioridades con las que manejamos nuestra vida. Que lo que nos parecía tan importante puede variar en su escala de importancia, dependiendo de cómo se lo mire. Que si es posible hacer un STOP en nuestra rutina, que la vida sigue y no pasa nada si no vamos a la velocidad indicada (¿por nosotros mismos?).

En lo personal, esta cuarenta fue un viaje emocional. Torbellino emocional a flor de piel. Vino a enseñarme mucho y estoy convencida que mi reinserción a mi vida pre-cuarentena será pausada, con muchas modificaciones, con menos manual de madre y más de lo que me hace sentir bien, de mi voz interior.

Mi deseo como sociedad es que cambiemos hábitos erroneos, que logremos cierta humildad, que seamos más empaticos con la naturaleza, con quien nos rodea, y con quien no nos rodea. La naturaleza nos ha vuelto a demostrar que no somos omnipotentes. Son llamados de atención, imposibles de ser obviados.

Porque me importas…

Y me preocupo por vos, hoy decido quedarme en casa y cuidarte. Y de esta manera deberíamos actuar todos, como adultos responsables.

Hace exactamente una semana, vivía en una realidad paralela. Hasta ese momento, estando en Argentina, el Corona Virus era algo lejando, aunque la situación iba cambiando diariamente. Las noticias reportaban al respecto constantemente, pero en la calle, fuera de que no se conseguía alcohol en gel, la gente seguía saludandose con un beso (incluído doctores), la gente se daba la mano, los vuelos internacionales seguían aterrizando en Ezeiza.

En mis chats «suizos» de Whatsapp la realidad era otra, mucho más inquietante. Hasta se hablaba de falta de insumos en los supermercados (algo totalmente impensado en Suiza, porque en mis 14 años acá no me tocó vivirlo nunca).

Algunas góndolas vacías

Llegar a Suiza en pleno avance desaforado del virus, el cambio de estatus a pandemia, el cierre de fronteras en países vecinos, nos dió un baño de agua helada y la preocupación comenzó a crecer dentro de nosotros. Sin entrar en pánico, fuimos ajustandonos a este nuevo sistema de vida transitorio, esperemos. Home office para muchos, trenes vacíos, distancia entre personas, manos secas de tanto lavarlas y tanto desinfectante, recluirnos en casa.

De a poco los niveles de nervios y ansiedad en la sociedad se hicieron visibles y ya hay faltantes en farmacias de medicamentos que poco tienen que ver con el virus, mensajes en todos los idiomas sobre precauciones y explicaciones de un virus que pasó de ser algo lejano que afectaba en China a nuestro pan de cada de día en Europa y el mundo, a vuelos cancelados, bolsas en baja. Y lo que vendrá.

Pero volviendo al origen del título de este mensaje:

Porque me importás y te aprecio, me quedo en casa. Porque así como te confío a mis hijos cada viernes, y vos cuidas de ellos como si fueran tuyos, hoy nos toca cuidarte a vos.

Betty, la señora que los cuida es una mujer fuerte, fuertisíma, pero que pertenece al grupo de riesgo por muchas razones. Y por eso la cuidamos. Es lo que corresponde y lo que les pido a la sociedad. Cuiden de sus mayores y de todas las personas de alto riesgo. Ellos harían lo mismo con ustedes. No dejen a sus hijos al cuidado de ellos, hagan las compras por ellos, no los besen, ni los abracen ni compartan cubiertos, vasos, etc. Mantengan la distancia necesaria. No es alejarnos,dejarlos solos, es cuidarlos.